Que la actualidad no los esconda
Aquí estamos, en un momento surrealista para nuestro país. Levantamos una piedra y aparecen más casos que atentan contra la probidad y la transparencia. La discusión país ha tenido que centrarse en eso, porque pareciera que las condiciones éticas mínimas de funcionamiento no se logran y día a día aumenta la desconfianza y el desencanto. Llegó la hora de volver a confiar en la política, una actividad que vale la pena y en la que nadie debiese quedar indiferente, donde los jóvenes que quieren hacer de este un país mejor juegan un factor fundamental. Ya que la política, para seguir viva, necesita de jóvenes dispuestos a trabajar por el país.
Valentina Latorre es Directora Social de TECHO-Chile
El momento por el que atraviesa la actualidad política sin lugar a dudas es una discusión necesaria, porque nos afecta y porque es una situación vergonzosa en la que todos los culpables, sin importar el partido o la posición económica, deben asumir las consecuencias.
¿Cuál es el problema? Que por tener que discutir al respecto, dejamos de debatir sobre cosas fundamentales. Porque en la actualidad en nuestro país estamos desarrollando políticas públicas que apuntan a la clase media, con apuestas por grandes reformas fundamentales, pero que son enfocadas para un sector específico de la población. También está la necesidad de resguardar y asegurar – más allá del papel- derechos sociales que hoy en día se vulneran y que se transan de acuerdo a la capacidad de pago. Y en medio de eso, 32.000 familias siguen viviendo en 676 campamentos en nuestro país. ¿Inquietante? La cifra va en aumento, mes a mes.
En el discurso del 21 de mayo, se anunció el término de 60 campamentos en el país para este año. Un 8,8% del total. Es una solución para 1.800 familias, 5,5% del total. Evidentemente siempre valoraremos el esfuerzo por la superación de la pobreza y de la construcción de un país distinto, pero vemos que aún no dimensionamos como corresponde la magnitud del problema.
Como TECHO-Chile, junto a voluntarios y familias, este año se tiene proyectado entregar 12 conjuntos habitacionales, dando respuesta a 1.109 familias con su vivienda definitiva y sabemos que nos quedamos cortos porque son más de 32.000 familias que se ven obligadas a vivir en situación de campamento en un país de violenta desigualdad, de poca empatía, de poca colaboración. Sin embargo, los jóvenes voluntarios trabajan junto a ellas semana a semana, haciendo propio el dolor de la exclusión, sufriendo también la vulneración de derechos. Esto nos afecta y nos hace buscar nuevas formas de seguir avanzando.
No queremos mentirnos. Antes, cuando no estaban los problemas mediáticos respecto a la probidad, tampoco estábamos discutiendo los problemas de fondo de esas 32.000 familias que viven en campamentos. Por lo tanto, pese a que nuestra preocupación por la situación actual no debe pasar inadvertida, tampoco podemos obviar la histórica desafección de nuestro país en estos temas.
Hoy estamos dolidos en un país en donde pareciera que cada uno vela por lo suyo, por su pequeño mundo, por sus comodidades, por sus logros y éxitos. Estamos dolidos, pero no bajaremos los brazos, no nos rendiremos porque las familias tampoco lo hacen, y estamos profundamente convencidos de que podemos cambiar Chile.
En la mayoría de las regiones de nuestro país siguen formándose nuevos campamentos. Siguen apareciendo familias que no ven otra opción más que vivir sin acceso a agua, a luz, a alcantarillado, con hacinamiento. Y pedimos que como país comencemos a ponerle más empeño y pensarnos distinto, pedimos que efectivamente se busque una solución, estructural, que termine con esta situación.
Nuestros discursos no bastan, la cobertura no basta: tenemos que ponernos todos en esta y cambiar la lógica que guía el actuar, porque lo que se ven obligadas a vivir las familias de campamentos no es un problema de ellos, es un problema país.