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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El partido más importante se juega en el Congreso

¿Qué duda cabe? Los resultados del Simce para 8° básico, 2° y 3° medio son desalentadores. En matemáticas y ciencias sociales hace años que los puntajes dejaron de mejorar. Más preocupante aún es la situación en lenguaje, particularmente en 8°, donde bajamos de 255 a 240 puntos. Quince puntos que no sólo han dejado perpleja a toda la comunidad educativa, sino que se hacen más graves al considerar que las mayores bajas se dieron en los grupos socioeconómicos bajos y medio bajos.

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Juan Facundo Diaz es Profesor de matemáticas y sub director ejecutivo de Elige Educar

Pero la intención no es deprimir al lector, sino más bien manifestarle que existe esperanza ya que hoy el país se juega el partido más importante. Y no. No es el partido del lunes (¡Vamos Chile!). Me refiero a la única política pública que puede ser capaz de cambiar estos magros resultados por unos que sean verdadero motivo de orgullo nacional. Me refiero a la política docente. Así lo ha demostrado toda la evidencia internacional. Ningún país ha mejorado la calidad y equidad de su sistema educativo sin sus profesores. En Finlandia, Singapur o Corea del Sur, los profesores son los profesionales más valorados, pasan por rigurosos procesos de selección y formación, se les reconoce salarialmente a la par que otros profesionales y tienen las condiciones adecuadas para ejercer.

Actualmente se está dando en el Congreso un importante debate sobre cómo debe ser la política pública que rija la profesión docente. Diversos sectores han manifestado sus legítimas diferencias con la propuesta del Ejecutivo, pero hay un importante piso común desde el cual construir.

Los resultados del Simce, además, han entregado luces de, al menos, dos aspectos fundamentales que no pueden ser obviados. En primer lugar, es muy llamativo el efecto de la retroalimentación que los docentes damos a nuestros estudiantes. En escuelas de alta retroalimentación, se lograron hasta 24 puntos de diferencia con escuelas del mismo nivel socioeconómico que no realizan esta práctica. Justamente, al considerar los resultados de la Evaluación Docente publicados la semana pasada, son las área de “interacción pedagógica” y de “reflexión a partir de la evaluaciones”, las que peores resultados obtuvieron.

Esto nos habla de la necesidad de que los docentes contemos con evaluaciones de carácter formativo, que nos permitan detectar fortalezas y debilidades de nuestro quehacer, y potenciar aquellas áreas que influirán en los aprendizajes de nuestros estudiantes. Es importante la evaluación para avanzar en la carrera, pero de poco sirve si no ponemos los hallazgos al servicio de la mejora de la enseñanza y el aprendizaje.

La segunda lección que da el Simce (y que lo viene haciendo hace años), es la necesidad imperiosa de cerrar la brecha de aprendizaje entre los distintos grupos socioeconómicos. La diferencia entre los grupos altos y bajos en matemática es de hasta 117 puntos (217 vs 334). La única forma de hacer esto, es llevando a los profesores de mejor desempeño a los lugares en que más se necesita desde los primeros años de ejercicio. Justamente este es uno de los principales aspectos a mejorar en el proyecto de ley en discusión, ya que no hay mejor inversión que aquella que reconozca la importante labor que realizan aquellos docentes que entregan todo día a día para educar en las condiciones más adversas.

El diagnóstico es claro y la solución, al parecer, también. Poner el foco en los docentes del país e invertir los recursos necesarios para cambiarle la realidad a esta profesión es la luz al final del túnel. Esperamos que el diálogo entre los distintos actores permita destrabar la discusión y, sobre todo, nos permita ponernos “manos a la obra” con las mejoras y ajustes que requiere la iniciativa ingresada. No podemos continuar postergándolo.

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