Jeremy Corbyn: La esperanza de la izquierda británica

En las semanas previas a los comicios del 7 de mayo todo indicaba que había un empate técnico entre laboristas y tories (conservadores) y se especulaba ampliamente sobre las posibles alianzas que se deberían hacer para alcanzar una mayoría en el parlamento de Westminster. Finalmente no fue necesaria ninguna nueva coalición ya que el partido liderado por David Cameron ganó ampliamente y logró por su cuenta una mayoría suficiente para gobernar en solitario.

Algunos analistas sugieren que la derrota laborista fue resultado del radical triunfo del Partido Nacionalista Escocés – en distritos históricamente laboristas – y otros del bajo, o quizás nulo, liderazgo de Ed Miliband, sumado a -lo que la izquierda percibe- como poca distancia entre la propuesta laborista y conservadora. Sea como sea, el otrora partido de los trabajadores tuvo que retirarse sin nada que apelar y sólo pensar en su reestructuración.

A tan sólo poco más de un mes de las elecciones internas ya hay un claro favorito, donde el candidato que representa con más fuerza los principios de izquierda, Jeremy Corbyn, es la sorpresa sin lugar a dudas. Su nombre se ha convertido en una dualidad que genera gran alegría en sus seguidores y terror en sus competidores. Tal ha sido el susto de estos últimos que hace unos días el ex Primer Ministro Tony Blair – fundador y figura histórica de la corriente centrista conocida como New Labour – llamaba a hacerse un trasplante de corazón a quienes apoyan a Corbyn, y los conservadores ya no sólo se ríen del nerviosismo laborista sino que miran con precaución lo que sucederá en la vereda del frente.

El parlamentario de 66 años, quien ha sido representante de un distrito del norte de Londres desde el año 1983, es un reconocido pacifista, ha votado siempre en contra de la presencia armada británica en Iraq, Siria y Afganistán, activista contra las armas nucleares, defensor del movimiento LGBT, y permanente colaborador de los movimientos sindicales. Su trayectoria ha estado marcada por el trabajo con las comunidades, razón por la cual ha sido reelecto en todas las elecciones y hoy está recibiendo un amplio respaldo de ciudadanos que incluso no son militantes de su partido.

Corbyn se ha convertido en una esperanza, una esperanza para la izquierda. El pasado lunes tuve la suerte de presenciarlo directamente. Llegué a Camden Centre, tradicional lugar de encuentro del partido laborista en los años 80 donde el mismo Corbyn ya participaba en la oposición a Margaret Thatcher, para escuchar al candidato y a algunos de los muchos líderes sociales que lo apoyan públicamente.

La cola era de dos cuadras y la gente no podía creer lo que estaba pasando. Unas mil personas logramos entrar, y otras quinientas quedaron afuera. En el aire sólo había buena vibra y ansias de escuchar las palabras de los expositores. Y es que incluso el reconocido Premio Nobel de economía Joseph Stiglitz se ha referido al fenómeno Corbyn y sus propuestas económicas: “No estoy sorprendido de la fuerte demanda anti-austeridad por la creciente preocupación por la desigualdad. Las promesas del New Labour en el Reino Unido y de Clinton en EE.UU han sido una decepción”.

La izquierda británica ha estado desarticulada y relegada a un segundo plano dentro del mismo partido laborista por varias décadas. Dentro de las promesas de Corbyn está terminar con los aranceles de educación superior y ofrecer educación pública gratuita, defender y fortalecer el sistema de salud pública – orgullo para gran mayoría del país y lo que va quedando del estado de bienestar – frenar las políticas de austeridad, inversión en tecnología y liderazgo británico en la lucha contra el cambio climático.

Estas políticas son las causantes del miedo de los otros candidatos laboristas, e incluso el arrepentimiento del apoyo inicial de algunos parlamentarios que permitieron la inscripción de su candidatura. Su principal argumento es que Corbyn representa a la antigua izquierda que sólo podría traer un desastre económico y por tanto, de ser elegido líder laborista, el partido estaría destinado a estar fuera del poder por los próximos diez años ya que, según ellos, no tiene ninguna posibilidad alguna de ganarles a los Conservadores.

Paradójicamente, son esas propuestas y ese espíritu el que ha despertado tanto interés en jóvenes que nunca antes habían participado en política.

El acto estuvo dirigido por el líder del principal movimiento sindical del país, quien no es miembro del partido laborista pero ve en el candidato todo lo que la izquierda ha estado esperando. Sacó emocionantes aplausos cuando reconoció estar en lista de espera por un corazón nuevo, y que cuando llegue el día, seguirá apoyando a Corbyn, ironizando ante el llamado de Blair. El otro que recibió una gran ovación fue Owen Jones, periodista de The Guardian, quien señaló que “pase lo que pase, ya ganamos. Somos un movimiento que ha vuelto” e hizo un enérgico llamado a continuar con el trabajo independiente del resultado del mes de Septiembre.

La apuesta de Corbyn es más o menos conocida. Apela al público de izquierda que hace años ha estado a la espera de un líder honesto y con una impecable trayectoria política. Pero su desafío no es menor. A pesar de que afirma que logrando reducir la evasión tributaria de grandes empresas extranjeras como Google, Starbucks y Amazon, que hoy se estima representa el 10% del PIB, podrá financiar las reformas sin necesidad de afectar la economía, su propuesta económica no es todavía muy clara y lo que hay no ha sido bien comunicado por la prensa.

Y es que no es sólo la izquierda británica la que no tiene una propuesta definida, sino toda la izquierda la que hasta hoy, como lo ha señalado reiteradamente el filósofo marxista Slavoj Zizek, no tiene una alternativa orgánica al capitalismo.

Algunas luces han aparecido de la mano del uso de la tecnología y los nuevos comportamientos de mercados que abren la posibilidad de nichos productivos colaborativos como Uber o Airbnb, con implicancias directas tanto en la sindicalización como en la regulación.

En esta línea va lo propuesto por Paul Mason en su libro PostCapitalism: A Guide to Our Future. Pero algo de largo plazo, que vaya más allá de una nueva administración del capitalismo, es todavía un gran pendiente que también afecta, entre otros, a Podemos en España, Tsipras en Grecia y la izquierda chilena.

Lo complejo entonces es que, si bien todo lo que representa Corbyn como movimiento social es un nuevo aire a la política y, al mismo tiempo, permite abrir la discusión a temas diferentes al terrorismo y la inmigración, pareciera haber una desconexión entre lo que se pretende alcanzar como sociedad y cómo se estructurarán las políticas para lograrlo.

Pase lo que pase, el ambiente está para volver a soñar en un sistema que no sólo privilegie a una élite sino que permita participar de los frutos a todos por el simple hecho de ser seres humanos y no simples recursos humanos, como lo explica apasionadamente Corbyn al término del acto.

Ken Livingston, ex Alcalde laborista de Londres, demuestra el entusiasmo que tiene y las expectativas de cambio ya que “ningún líder laborista se ha conectado con los votantes así desde Blair en los 90s”. El Corbynismo está removiendo al país, a la izquierda y llamando a los jóvenes a participar y creer en la política, lo que por sí mismo es un triunfo de esta candidatura.