No hay Wifi, conversen entre ustedes…
Entre tanta noticia negativa, fui gratamente sorprendido en la sala de espera (bendita espera) de mi dentista, al poder leer y conocer la historia de una francesa, como una de las buenas nuevas que poco se divulgan en Chile. Ariane Mnouchkine, fundadora de la legendaria agrupación francesa Theatre du Soleil (nada que ver con el Cirque del mismo nombre) ha permanecido en Chile por más de un mes dictando un taller gratuito para 200 actores..
Anibal Wilson es Periodista sin título, pianista aficionado, amante de la música, esa que da sentido a la vida, como también amante de la naturaleza, especialmente de ese sur maravilloso que "termina" donde terminan los hielos: Ice-End…
Esto, en la populosa comuna de La Granja, donde ha pretendido transmitir la experiencia de su llamada Escuela Nómade que durante medio siglo ha sido aplaudida por el gran público, contagiando ahora a los chilenos su confianza en el futuro del teatro. Esta gran artista de la tablas fue la creadora de “Los náufragos de la loca esperanza”, la obra más importante presentada en la versión 2012 del Teatro a Mil. Carmen Romero, directora ejecutiva de a Fundación Teatro a Mil, le dijo en ese entonces: “Debes volver, hay una necesidad aquí en Chile”. Ella le contestó que le interesaba mucho,que lo hicieran de inmediato, mejor todavía juntas y lo logró. Dice que está encantada que la primera Escuela Nómade sea aquí.
Lo destacable es que Carmen Romero asegura y “está feliz de que sea un grupo muy interesante, ferviente, muy vigoroso, son gente además muy solidaria, se prestan mucha atención entre ellos, agregando que encuentra notable lo que se está logrando”. Gente que anhela el conocimiento del arte, la cultura, lo cual no es más ni menos que otra de las señales evidentes de las carencias básicas de una reforma educaciónal bastante cuestionada. Le preguntan (a Ariane) si sus jóvenes actores son menos comprometidos, o absortos en la tecnología (…) que son rasgos que algunos ven en la nueva generación. Yo no pienso así, contesta, creo que la generación más joven es menos individualista que la de ustedes por ejemplo. Siento en los más jóvenes de nuestros talleres una aspiración de lo colectivo, de un cierto ideal. Mientras que en la generación de 30, 35, 40 años, hay menos de eso. Lo veo en Francia, donde seguro hay una mezcla, hay una fascinación por la tecnología, por la virtualidad y ¡es fascinante!… Yo tengo esperanza, de todos modos, y se los digo: “Son ustedes los que van a cambiar el mundo, entonces deben poner atención” Y al preguntarle por el mundo de hoy que propone estar conectado al mismo tiempo con varias personas a la vez, sin estar en ninguna parte totalmente, ¿cómo hace usted para mantener vivo el teatro como el arte del presente, como usted lo ha definido? Y responde: Hay un restorán detrás de nuestro hotel donde está escrito: “No hay Wifi, conversen entre ustedes…” “Porque efectivamente es posible ver una mesa donde hay cuatro personas o más que están hablándole a alguien que está lejos y no ahí”. …”El teatro requiere de una concentración gigantesca (…) y es uno de los pocos lugares en el mundo donde se apaga el teléfono durante cuatro horas”. Seguir el ejemplo no sólo en el teatro, sino en la vida cotidiana, en las tertulias familiares, ayudaría mucho en la concentración de los que estamos tratando de dialogar, de poder intercambiar las ideas en un país en el cual nos entendamos y no sigamos “desconectados”. Chile requiere urgentemente de esa concentración, para tomarnos en cuenta, para escucharnos.
Si yo empiezo a pensar que el otro tiene mucho para darme y voy a su encuentro con otra actitud que no sea la de considerarlo el “enemigo”, el que por tener ideas contrarias a las mías, no puede aportarme nada, llegaré a la conclusión de que toda persona es capaz de dar y recibir algo de nosotros.
