Renuncia Presidencial: Ese diabólico rumor con aroma a deja vú 1973
A fines de agosto de 1973, quienes entonces reporteábamos el acontecer nacional, pleno de sobresaltos, anotábamos una frase consistente: El presidente Allende renunciaría antes de septiembre. El rumor ocupaba titulares y expresiones de voz en voz. A tal punto que, nosotros jóvenes, ingenuos e inexpertos acechábamos a la autoridad pertinente para que aclarase esta afirmación. Una situación que se repite hoy, con aroma de un rancio deja vú.
María Teresa Larraín es Periodista.
En esa época se decía que sería el Presidente del Senado, Eduardo Frei Montalva quien le reemplazaría. Nadie tenía certeza de dónde venía la fuente. Con el caos y la gente en la calle, el término “renuncia” día a día se hacía más verosímil y una gran mayoría de chilenos lo anhelaba. El rumor siguió golpeando los hogares, a tal punto que no se difundiera la única versión veraz de todo esto: el presidente Allende llamaría a plebiscito para que la ciudadanía decidiese sobre las medidas tomadas para sacar adelante sus reformas sociales que el país requería con urgencia.
Como periodista, hasta hoy, me corroe la conciencia al no preguntar más, al no tener malicia, y darme cuenta que el rumor se gestaba por un grupo bien manejado desde el exterior. El rumor nace así, sin que haya una emisor reconocible. Los archivos secretos y abiertos de la CIA lo reconocen hoy. Se gestó una campaña para custodiar los intereses de empresas multinacionales que operaban en Chile y también de empresarios chilenos ligados a esas empresas o a sus propios bienes.
El caos en el país llegaba a todos los hogares y a ello se sumaba la ingenuidad de la autoridad que creía que un Plebiscito subsanaría las dificultades y el país seguiría adelante, acostumbrado como antes al consenso y al cuidado de la institucionalidad, orgullo que todos los chilenos sentían por igual.
Cuarenta y dos años después, hoy, los chilenos nos enfrentamos nuevamente al rumor. Que la Presidente Michelle Bachelet baraja la posibilidad de renunciar a su mandato. Que no está con buena salud, que toma antidepresivos y que en las fiestas bebe alcohol más de la cuenta. Ello conforme una delegación empresarial que la acompañó en la última gira al exterior y la vieron por lo menos que tambaleándose.
Un diario virtual de alta circulación en las redes, un abogado que maneja una radio de alta sintonía, un matutino con llegada a líderes de opinión han reiterado estos rumores. Sin identificar fuentes, asegurando que estas son “indesmentibles…”
Como broche de oro, el diputado UDI José Antonio Kast reitera este rumor apoyándose en estos enunciados, y en el resultado de la última encuesta CEP que coloca a la Presidente Bachelet con un 20% de apoyo, lo que según él, es un peligro para la estabilidad institucional.
A ello suma cargos como que la inflación está “descontrolada”, lo que haría la vida de los chilenos invivibles. La cifra cercana al 5% hacia fines de año no espanta a economista alguno, por cuanto el parámetro está acorde a la situación financiera internacional donde Chile se inserta. Lo que afirma Kast es un abierto llamado a la sedición. Pocos reparan el daño y el rumor sigue rodando por los rincones de la ciudad.
Y de lo bueno, nadie habla.
La Presidente ha promulgado leyes que poco han sido difundidas: fin al binominal, al copago y a la selección de alumnos en colegios particulares subvencionados. Le siguen entre otros, una reforma tributaria, la creación de una Subsecretaria para Educación Parvularia, mayores aportes financieros al Programa Chile crece Contigo, más salas cunas en todo el país, mas protección a la infancia. y tantas otras medidas que a la larga favorecen a la familia chilena en su conjunto. Lo cual los chilenos no han podido calibrar a fondo. Por falta de conocimiento o porque simplemente se dejan llevar por la depresión colectiva de que en este país todo está mal, a partir de la propia Jefe de Estado, a la cual las publicaciones en su contra la debilitan y desaniman.
Sin embargo, un rumor para que tenga resultado efectivo debe basarse en algunas verdades. No nos podemos engañar. La Presidente no es la misma que tuvimos en su primer mandato. Más asertiva y cercana a la gente. El caso Caval la derrumbó. Mal aconsejada o guiada por su espíritu de madre, no supo enfrentar los hechos como un ser racional acorde a su cargo.
Desde febrero del 2015 su actuar ha ido de tumbo en tumbo en temas relevantes como es el caso de la Reforma Educacional o Tributaria, que con su aplicación debe reformularse, ya que no ha ingresado a las arcas fiscales lo que se proyectó. Ha seguido el consejo de una Nueva Mayoría que con afán de Poder desmedido presiona para que las reformas proyectadas en su Programa de Gobierno vean la luz lo más rápido posible sin importar los efectos negativos.
Mal diseñadas y armadas a pulso las iniciativas han tenido que ser cambiadas una y otra vez. Y otras, como una nueva Constitución o Asamblea Constituyente quedan en un cajón, para no abrirse quizás nunca. A esto se suman las deficientes gestiones en, seguridad, salud, transportes, o en el campo laboral, áreas demandadas por una población más empoderada y necesitada de que sus problemas se solucionen aquí y ahora.
Para la gran masa de chilenos los gestos de la autoridad tambalean, debilitando su mandato en ausencia de decisiones rápidas y efectivas. Por lo tanto, el rumor de su salida se hace más certero que nunca.
No es esta columna la que definirá las capacidades de la Presidente. Me hago cargo de una serie de escritos en los cuales se ha criticado su gestión, ausencia en temas relevantes o falta de conocimiento de ellos, sus silencios y esa forma de hablar con la gente como si lo hiciera una madre a sus hijos. Donde las palabras caen al vacío y los problemas, al infierno. Consciente de sus debilidades, ella ha nombrado Ministros capaces en cargos relevantes que de alguna forma la liberan de la tremenda presión que significa ser autoridad en un régimen presidencial con plenos poderes que ella no ha sabido articular.
Los asesores cercanos la llevan a la deriva en un blanqueo que la desmarca de sus cualidades que la hicieron creíble. Asemejan una guardia pretoriana por donde la máxima autoridad no ve, no escucha ni siente. Esto la hunde cada vez más. Y por ende este país, que tanto amamos, tiene a su gente en la deriva e incertidumbre. Todo lo cual es pasto para quienes realmente desean la destrucción. No solo de la Jefe de Estado como ser humano, sino de la Democracia que tanto los chilenos anhelaron en tiempos de la dictadura y que hoy gracias al rumor arriesgan lo que sucedió hace 43 años: el aumento del caos, la incertidumbre y finalmente el fin de nuestra institucionalidad.
Frente a esto, ningún chileno que ama su país, puede estar de acuerdo.