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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El día en que Bonvallet fue más humano

Murió Bonvallet. Esa fue la noticia del viernes 18 de septiembre. Nadie lo podía creer, el Gurú, la voz más presente de los comentaristas chilenos futboleros durante mucho tiempo, se había matado en un hotel. La causa era la depresión, las ganas de no seguir viviendo. Las ganas de perder finalmente la batalla, luego de intentar ganarla durante años.

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Personalmente nunca fui adepto suyo ni compartí sus ideas ni cómo las comunicaba. Siempre me pareció que su personaje no fue más que una consecuencia de un Chile dormido, en donde nadie levantaba la voz y en el que todos vivíamos una supuesta alegría democrática mientras todavía vivíamos con el tirano frente a nuestros ojos. De hecho su figura aún tenía una cierta feligresía que no se avergonzaba de apoyarlo, de gritar el “Viva Chile y Pinochet” hiriendo las sensibilidades de ese país que juraba de rodillas que se había reconciliado, aunque estuviera-y está aún- muy lejos de hacerlo.

Bonvallet se vistió de ese Chile adormilado y competitivo en sus individualidades. Creyó ser una voz disonante, pero lo cierto es que fue solamente la que reafirmó lo que todos vivíamos. Llamó a Chile a vestirse de rojo al ir al Estadio Nacional, como si eso fuera un acto revolucionario, cuando lo cierto es que no era más que parte del discurso del olvido de nuestra historia. El aferrarse a la “Roja”, no fue más que una manera de callar los posibles debates políticos porque lo importante era solamente gritar un “ceacheí” como si con ello se nos fuera la vida. Como si fuera la única manera en que tuviéramos conciencia del país en el que vivíamos.

/ agenciaUno

Eduardo Guillermo no fue más que un instrumento mediático, ya que decía de manera directa lo que los poderes callaban. Su discurso alimentaba la cabeza de aquellos que creían que vivíamos en un país superior. Debíamos sentirnos superiores según él señalaba, ya que era la única manera de ganar. Lo único importante era ganar para él, aunque fuera pasando por sobre el de al lado. Éramos nosotros o ellos. La vida era concebida como una guerra, como una gran competencia, lo que claramente colaboraba con el sistema en el que vivíamos.

Pero eso hoy no se recuerda. Algunos lo consideran uno de los mejores comunicadores que ha tenido Chile como si eso fuera positivo en sí. Tal vez lo era, pero fue porque habló en un país en el que nadie hablaba. Porque metió en la cabeza de personas la ideología del desprecio al otro como ningún otro comunicador en Chile lo hizo antes.  Pero sobre todo porque convenció a un grupo de chilenos que había una patria que estaba en peligro, y que había que defender frente a cualquiera que fuera diferente de ese rojo uniforme que se paraba como un ejército frente al adversario.

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Lamento decirlo pero Bonvallet contribuyó al gran retraso cultural de Chile. En vez de tratar de mirarnos y comprendernos, durante la primera década post dictadura, muchos se dedicaron a escucharlo a él. Lo aplaudieron y rieron con sus eternas burlas hacia el aspecto físico de los jugadores. Porque antes de hablar de cómo jugaban, se dedicaba a ponerlos en ridículo ante todo Chile por haber nacido en el lugar en el que nacieron. Para él no eran más que simios que debían trabajar en pro de su relato; de su manera seguridad personal. De su autopercepción.

Bonvallet quiso ser sobrehumano. Siempre trató de pararse frente a las cámaras como algo más grande de lo que era. Como un guerrero, como una especie de gran luchador que nunca sería vencido, porque ser vencido era para los perdedores y él nunca sería un perdedor. Él tenía todas las respuestas, o eso era lo que buscaba transmitir, pero lo cierto es que solamente las preguntas comenzaron a llenar su cabeza hasta el último día, ese día en que pareció más humano ante nuestros ojos.

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