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1 de Octubre de 2015

Errázuriz reconoce haber intervenido para que denunciante de Karadima no integrara comisión del Vaticano

Además, el ex arzobispo de Santiago descartó haber intentado encubrir los delitos de abuso sexual del otrora párroco de El Bosque, aunque sí reconoció que su “prestigio” le hizo desestimar las denuncias. En el caso de la demanda contra la Iglesia, las víctimas aseguran que por negligencia de la institución deben ser indemnizados.

Por Redacción
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Tras cerca de cinco horas de declaración del cardenal Francisco Javier Errázuriz, quienes fuesen víctimas de abuso sexual por parte del sacerdote Fernando Karadima, se manifestaron decepcionados. Ellos asistieron a la declaración del ex arzobispo de Santiago en el contexto de la demanda civil que presentaron contra la Iglesia, a la que acusan de no haber acogido las denuncias en contra del ex párroco de El Bosque. Esperaban que les pidieran perdón, pero finalmente no ocurrió.

De acuerdo a lo presentado en el escrito -de mano del abogado Juan Pablo Hermosilla– el actuar de la institución habría provocado retraso para que Karadima enfrentara a la Justicia. Finalmente fue investigado y si bien se acreditaron los delitos, estos se declararon prescritos por haber ocurrido muchos años atrás.

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Por la responsabilidad administrativa de la Iglesia, Juan Carlos Cruz, James Hamilton y José Andrés Murillo solicitan el pago de 450 millones de pesos, junto con diversas expresiones públicas de perdón.

La Iglesia ha negado en todo momento haber encubierto los delitos de Fernando Karadima, y así lo reiteró ayer el cardenal Errázuriz, quien oficiaba como arzobispo de Santiago -máxima autoridad eclesiástica chilena- cuando los denunciantes presentaron por primera vez los cargos.

De acuerdo a la declaración de Errázuriz, la que revela T13, indica que éste no acreditó los delitos porque “el derecho canónico pide que uno inicie una investigación cuando llegue una denuncia que a lo menos sea verosímil”.

Am esto agregó que en esa época “la fama del padre Karadima era extraordinaria, tenía hasta fama de santo, con tal fama lo que era cierto, es decir la denuncia en esa época no la creí”.

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El argumento que presenta este sacerdote es que estas denuncias habrían llegado sin prueba, que el prestigio de Karadima era máximo y que para Errázuriz “era difícil asimilar que personas adultas durante años hubieran sido abusadas sin denunciarlo”. No obstante agregó que después “uno sabe que desde la perspectiva actual de la sicología y entiende que el abusado es incapaz de acusar a su abusador, o por lo menos tiene mucha dificultad”.

Además, indicó que “en diciembre de 2005 le pedí que renunciara (a Karadima), no era una destitución, porque no se puede destituir a un párroco sin un juicio canónico, le rogué que presentara su renuncia. El presentó muchos reparos y me costó convencerlo”.

A esta fecha, además reconoció que tenía conocimiento de las acusaciones que realizaron los denunciantes, lo que confirmaría parte de lo que ellos argumentan en su demanda civil.

Filtración de correos

Una compleja situación enfrentó la Iglesia cuando se filtraron una serie de correos entre el cardenal Francisco Javier Errázuriz y el actual arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati. En uno de estos, se referían a la nominación de uno de los denunciantes de Karadima, Juan Carlos Cruz, para una comisión del Vaticano, de Previsión de abusos sexuales.

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Dijeron que su nombramiento “sería demasiado grave para la Iglesia de Chile. Significaría, entre otras cosas, dar crédito y avalar una construcción que el Sr. Cruz ha construido astutamente“. Incluso en uno de los correos, a Cruz lo califican de “serpiente”, a lo que él contestó que se sentía “shockeado” con la información.

En la declaración ante el ministro Juan Manuel Muñoz, Errázuriz reconoce que “sí es efectivo que intervine para que no fuera nombrado“.

En este sentido, indicó que él había trabajado seis años en la Santa Sede, y “conozco los criterios para tales nombramientos en oficios delicados. Don Juan Carlos Cruz no los cumplía o, más exactamente, no cumplía con uno de ellos“. Posteriormente se negó a precisar cuál era, argumentando que “no me corresponde a mí hacer públicos criterios de la Santa Sede”.

Además, rechazó especificar las personas con las que terminó impidiendo su nombramiento: “Me niego a responder respecto a mis contactos en la Santa Sede“.

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