El Papa Francisco debe pedir perdón
Pedir perdón a la Iglesia de Osorno. Pues él sabe, después del Concilio Vaticano II, que la Iglesia es la comunidad de discípulos de Jesús, y los obispos sus servidores. Lo digo como admirador de Francisco, y por quien rezo todos los días para que pueda renovar la Iglesia según el espíritu de nuestro Maestro.
Andres Opazo B. es Máster en teología de la Universidad Católica de París y Doctor en Sociología de la Universidad de Lovaina. Ex Sacerdote de la Congregación de los Sagrados Corazones.
Sabemos que la opinión del Papa, ocupado por lo que ocurre en todo el mundo, está condicionada por la información que recibe. En nuestro caso, del Nuncio, los cardenales Medina, Ezatti, Errázuriz, autoridades en las que no confían los chilenos, quienes, por otra parte, recelan de sacerdotes confiables por encarnar el Evangelio, como Berríos, Puga, Aldunate y muchos otros.
El obispo Barros fue acusado de encubrir los abusos de Karadima. La Iglesia de Santiago no les creyó a los denunciantes hasta que vinieron las evidencias. Y sigue sin creerles cuando ellos afirman que Barros estaba presente en situaciones de abuso sexual. Inducido por sus informantes, el Papa dice que son “macanas”.
Esto me parece una inconsecuencia. Pues él ha llamado a denunciar los abusos y atender a las víctimas. Gracias a Dios, el Papa no es un ente bajado del cielo. Es un humano, y cuando ha herido a personas y comunidades, a las que trata de tontos o manejados por “zurdos”, debe pedir perdón. Ofende, además, cuando insinúa que los católicos de Osorno actúan por política. Esa comunidad católica sólo pide respeto y aspira con pleno derecho a ser considerada en la designación de sus ministros.
Así ocurrió durante siglos en la Iglesia. La monarquía absoluta vino después y hoy es revisable. Por eso no me parece justo que el Papa diga simplemente que al aceptar a Barros se debe obedecer a Dios. Invocar a Dios sólo es legítimo en defensa del prójimo, del débil, tal como lo hace con plena autoridad el mismo Papa Francisco.
El conoce muy bien las curias romanas y episcopales. Sabe de las intrigas que allí se tejen, y por eso desea reformarlas. Para los chilenos estas maquinaciones han sido reveladas por la prensa. ¿Por qué seguir creyendo en quienes las practican, en vez de creer en sacerdotes, religiosas y laicos de la Iglesia de Osorno?