El cuerpo de Aléxis Sánchez: un ícono de género
Hace rato que el futbolista chileno del momento, Alexis Sánchez, es un tema en los medios. Está altamente cotizado en el mercado del futbol, es una estrella dentro y fuera del campo y una marca que en sí misma, esconde varios elementos entorno a la masculinidad.
El primero tiene que ver con el cuerpo. El cuerpo exigido, perfecto, deseado y demandado simbólicamente para seguir igual, día tras día. Y así el mismo Alexis se plantea la vida, exigir el cuerpo al máximo.
Quizás tenga que ver son su origen humilde al cual retorna siempre, a las calles arenosas de Tocopilla.
Quizás es el hecho de que tenga una necesidad de complacer al resto de que puede hacer lo que hace y que nunca dejó de ser ese niño de las canchas de arena que quería dejar a todos con la boca abierta gracias a sus gambetas. O simplemente es lo que sabe hacer y nada más.
Como sea, resulta interesante señalar que más allá de lo anterior la noción de masculinidad está fuertemente ligado con varios elementos. El cuerpo, como mencionaba, es un elemento central, y en especial el hecho del cuerpo perfectamente esculpido y que funciona como máquina.
Todo el trasfondo del cuerpo como imaginario de la sociedad occidental del siglo XX podemos verlo en la reflexión de David LeBreton en su libro “Antropología del cuerpo y la modernidad”. Un tema ligado con las configuración de la identidad masculina a medida que es este sujeto el que debe encarnar, idealmente, todos los elementos planteados por la norma. Dado que Alexis encarna eso, entonces es alzado como ícono no solo de un tema de clase, acceso social por medio del futbol, sino también de género.
Los varones sin embargo disfrazamos este deseo de la norma: debemos desear no sólo el cuerpo sino el logro. O sea debemos, por así decirlo, desear masculinamente. Las mujeres pueden desear femeninamente el cuerpo, literalmente, de Alexis pero los varones debemos desearlo por sus gambetas, las habilidades o los goles. Todos elementos, simbólicos por cierto, distinguibles de la forma femenina de desear.
Yo desearía tener el cuerpo de Alexis porque llegando a los 40 ciertamente ya uno no tiene el cuerpo que recuerda de los 18, 24 o 30 y se añora eso. Sin embargo, hablar o decir en una conversación que uno desea tener ese cuerpo puede incluso levantar cejas y sospechas de que se es homosexual.
El cuerpo “dionisíaco” es un cuerpo irreal. Está bueno reconocerlo y admitir durante la juventud la existencia de la vejez, porque si bien es un proceso progresivo éste afecta a la psiquis masculina y humana.
Quizás es estas líneas son efecto de la “crisis de los 40”. Por lo mismo encuentro necesario, especialmente en caso de los varones, hablar de la norma social que se enfoca tanto en lo perfecto como en el tratamiento de lo imperfecto, del cuerpo viejo arrugado y no productivo.
No se tiene habilidades blandas para el autocuidado cuando se es sano, ni se tienen herramientas para enfrentar el cambio cuando el cuerpo efectivamente ya no es joven. Y eso crea problemas de salud, mental y física específicas en varones, siendo parte del orden de género que declara a los varones como autosuficientes. Quizás por ello no son objeto de políticas públicas ni debate académico y social. Tampoco se visibilizan por ende, los costos de mantener un cuerpo de normas que lentamente se están haciendo obsoletas.
Si bien el deseo, desde lo individual es relevante, no deja de ser menos importante plantear que ese deseo, o forma de deseo, también está, por medio de la colocación de Alexis Sánchez como referente identitario en los medios, implantado en nosotros los espectadores.
Entonces, más que desear ese cuerpo perfecto, deseo un cuerpo (pluralidad) distinto de referentes identitarios (edad, etnicidad y de género) igualmente validos (y por tanto reconocidos por todxs). O sea, poder no solamente desear un cuerpo físico real sino lograr desear un cuerpo – inmaterial – de referentes identitarios que nos permita reconocer como sujetos masculinos diversos, en incluso distantes.