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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

2016: El año decisivo para la reforma y el movimiento estudiantil

En agosto de este año, después de una seguidilla de dimes y diretes entre distintos actores sociales y el gobierno, este último optó por anunciar a grandes rasgos lo que sería el inicio de la gratuidad el 2016. Se comenzará por el 50% de los alumnos de menos recursos que estudien en instituciones del Cruch, algunos planteles privados que cumplan con ciertos requisitos, y Centros de Formación Técnica e Institutos Profesionales que estén acreditados y no lucren.

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Manuel Da Corte es Consejero de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP

Este avance en materia educacional, responde principalmente a las demandas históricas que el movimiento estudiantil ha planteado con fuerza desde el 2011, puesto que no solo se inyectarán más recursos a la educación superior, sino que el financiamiento dejará de obedecer a criterios de mercado; se irá avanzando poco a poco hacia un sistema de financiamiento basal (a la oferta) y hacia un nuevo marco regulatorio que garantice calidad y equidad en el ingreso, lo que a su vez ayudará a consagrar la educación como un derecho social y no como bien de consumo.

Todo esto contribuye no solamente a fortalecer a los planteles estatales, sino también las universidades privadas –las cuales concentran a una gran cantidad de estudiantes de los quintiles más bajos— y que han carecido de un marco regulatorio, lo que ha producido que universidades lucren con los recursos de sus estudiantes y el Estado, cierres de planteles, creación de carreras sin campo laboral, entre otras consecuencias graves para los estudiantes del sector privado.

Desde la Universidad Diego Portales, que durante el mes de julio vivió una movilización histórica, los estudiantes hemos manifestado nuestro interés en ser parte de la gratuidad. Sin embargo, hay aspectos que la reforma no contempla y que deben ser abordados con mayor voluntad política por parte del gobierno: exigir una real participación de los tres estamentos en la toma de decisiones, con derecho a voz y voto, donde exista una real incidencia de la comunidad universitaria; como también que la gratuidad no puede contemplar un período determinado de semestres, sino que debe asegurarse que independientemente de las habilidades del estudiante, éste no deberá pagar ni un solo peso por su educación.

Sin embargo, todavía nada está resuelto. Y como estudiantes movilizados debemos entender que el próximo año es el decisivo: el 2016 se zanjará la reforma a la educación superior. Es por esto que necesitamos un movimiento estudiantil realmente propositivo e incidente, que participe en todos los espacios donde la reforma educacional se discuta; y que por cierto, vuelva a llenar las Alamedas de estudiantes, profesores y trabajadores, quienes son el crisol donde se funde la fuerza social que nos permitirá reafirmar los avances de la reforma y corregir lo que deba ser cambiado.

Hoy estamos colocados en un momento histórico, donde los estudiantes debemos estar a la altura de este proceso. Depende precisamente de nosotros y nosotras, en conjunto con los demás actores sociales que quieran avanzar hacia un Chile distinto, tomar las riendas de este desafío e impedir que los sectores más reaccionarios de la derecha y la Nueva Mayoría, impongan su visión conservadora y neoliberal en materia educacional.

En este proceso, existen solamente dos caminos: el primero, es que la educación y el conocimiento siga estando en manos de unos pocos; y el segundo, es que logremos construir una nueva educación pública que esté al servicio del pueblo y sus necesidades. Hemos optado por el segundo camino y nos decidimos a luchar cada día por nuestro objetivo. La historia nos exige estar a la altura de este nuevo período, y no podemos claudicar.

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