Niños de educación básica recibieron por parte del Mineduc libro con contenido pornográfico
El alcalde Luis Reyes, jefe de la comuna afectada, aseguró que la situación es particularmente peligrosa, particularmente porque en ese sector existen muchos niños vulnerables.
En la educación básica generalmente todos los niños leen textos clásicos o infantiles, que más adelante se vuelven entrañables recuerdos en su adultez.
Sin embargo, para los jóvenes de la escuela de Crucero, estos recuerdos perfectamente podrían transformarse en un trauma.
En esta escuela, parte de la localidad de Río Bueno, llegó una serie de libros distribuidos por el Ministerio de Educación. Uno de estos se llama “Caperucita se come al lobo”, de la autora Pilar Quintana, y se caracteriza por contener una serie de cuentos con alto contenido sexual. Por ejemplo, uno de los relatos se llama “La violación” y describe detalladamente cómo un hombre viola a su hijastra de 12 años.
Esta situación, que reportó Radio Bío-Bío, tiene sumamente preocupada a esta localidad. Su alcalde, Luis Reyes, criticó la situación, y la calificó de peligrosa, en vista de que esta localidad rural tiene una alta presencia de niños vulnerables, y tampoco se entregó, por último, algún instructivo para abordar el contenido de este libro.
A continuación reproducimos algunos textos de este libro (advertimos que estos relatos son de alto contenido sexual):
Violación
“Con la señora a duras penas si conseguía una erección que le permitía penetrarla. Era ahí cuando empezaba el verdadero martirio ya que nunca alcanzaba la excitación suficiente para venirse. Horas y horas de darle a eses cuerpo de carne abundante y floja que aullaba debajo de él. Si la oscuridad era absoluta y la tocaba lo menos posible, podía imaginarse que la señora era la niña. Entonces se venía al instante”.
“Nos volvimos a besar. Él me quitó la camisa y yo le quité el suéter cuello de tortuga de intelectual. El olor inundó la habitación. Le busqué la verga con la mano. Estaba dura. Le desabroché los jeans y se la saqué. Me senté en la cama. Miguel tenía una verga gorda y rosada. La acaricié con mi cara. Olía a leche cortada. Lamí, tenía un gusto salado. Lamí un poco más, me la metí a la boca y empecé a chupar”.