La gran mentira de Ossandón
Ossandón es perteneciente a una de las familias más adineradas de Chile. Sus candidaturas no habrían sido posibles sin el dinero de sus parientes, quienes de manera jocosa aportaban para que este extraño personaje del clan jugara a ser político por algunos años en vez de hacerse cargo de la fortuna.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Manuel José Ossandón fue entrevistado por El Mercurio como candidato presidencial. Para ser más creíble y lograr que humedeciéramos nuestros ojos mientras leíamos, el actual senador y ex alcalde de Puente Alto, habló de la élite como si le fuera algo distante que no conocía de cerca, sino que la describió como un poder al que debía enfrentarse desde su curioso “sentir popular”. Habló de su origen de clase de manera referencial, considerándolo de nula importancia en su discurso mientras repetía que era egresado de Inacap, lo que lo hacía lucir como un hombre empapado de pueblo.
Ossandón es perteneciente a una de las familias más adineradas de Chile. Sus candidaturas no habrían sido posibles sin el dinero de sus parientes, quienes de manera jocosa aportaban para que este extraño personaje del clan jugara a ser político por algunos años en vez de hacerse cargo de la fortuna. Y es que aunque intente relativizar su procedencia, el Cote concibe la política como una manera de lidiar con su ego, con una cierta misión que cree tener para así poder dormir tranquilo por las noches. Es cosa de escucharlo hablar de él y de nadie más. Pareciera que no tuviera militancia política ni ideas, sino que todo girara en torno a su persona y su benefactor espíritu “cristiano” repleto de frases con contenido caritativo.
El Cote, como le llaman en su círculo más cercano, cree que el día en que enfrente a Piñera en una eventual primaria, lo que primará será su condición de activista social. Porque él jura que lo es. Está seguro de que haber hecho algunas cosas en su ex comuna desde su perspectiva de patrón de fundo-porque Puente Alto parecía su fundo- lo hizo ser más cercano a esa gente que se deslumbró con sus palabras rebosantes de espíritu comunitario. Esas palabras que tenían un mensaje bastante moralista e irrespetuoso de los derechos sexuales-sólo basta recordar su negativa a repartir la píldora del día después debido a su fanatismo religioso- de quienes más que integrantes de la comuna, parecían peones al servicio de sus deseos personales de grandeza.
Manuel José- como todos quienes creen venir de grandes castas y están convencidos de que por sus venas corre sangre azul- ve a Chile como una extensión más de sus tierras. Cree en el cuento de que sus antepasados fueron los forjadores de este país y por lo mismo se siente con el derecho de hacer y decir lo que quiera. Es por eso que ni siquiera respeta a la colectividad a la que pertenece, porque la encuentra un estorbo burocrático en sus ansias principescas de hacer lo que se le plazca con tal de confirmarse como alguien importante ante su familia. Con tal de reafirmar su condición de clase relativizándola ante periodistas de medios de derecha que quieren sacarle declaraciones pomposas que carecen de toda realidad.
El nuevo candidato opositor ve el servicio público como lo hace todo quien nació en su misma cuna. Por lo mismo repleta sus postulados con frases que digan cosas fuertes y precisas, pero que al final de cuentas no lleven a nada claro. Cree poseer la verdad de lo que sucede en nuestro país y se lava las manos cuando se habla financiamiento ilegal aunque una que otra vez reconozca que le pidió plata a grandes empresas y éstas no quisieron aportar. Pero esto lo cuenta como una anécdota, como una conversación simpaticona con amigos una tarde de verano, y no como un acto que bordea los límites de la ética. Eso no le importa. Eso es para otra clase de gente, piensa en el fondo.
Sin embargo, y dicho lo anterior, Ossandón intenta decirnos que él no es parte de la clase dirigente. Que no es más que un simple servidor público que viene a pelearse con una gran fuerza de manera desigual, cuando lo cierto es que tras esta mentira se oculta un futuro debate entre personas similares. Entre pares. Entre los miembros de un mismo lugar, con la única diferencia de que uno está actuando como si perteneciera a otro.