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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Masculinidad y el interruptor de esperma

Siendo el tema de la reproducción y masculinidades un tema considerado muy específico y/o poco abordado/conocido debe, sin embargo, estar incluido en las políticas públicas porque los varones tenemos los privilegios de no estar nombrados como sujetos de intervención (paciente), pero sí estamos en todo como interventores (médicos, economistas etc. ) y estar conduciendo los destinos de la política, economía etc.

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Históricamente la reproducción, en términos la dimensión de género y masculinidades, ha sido un tema que compete ciertos campos de la sociedad y el sujeto de intervención que ha sido las mujeres, y el cuerpo de ella ha sido el espacio regulatorio de lo reproductivo. El debate del aborto hoy en Chile es ejemplo de ello. Ha sido omitido el rol y competencia de los varones, en tanto sujeto social, en el campo de lo reproductivo porque está situado en el campo de los privilegios. Un privilegio de no ocuparse ni preocuparse, como varón, del tema, y sin embargo, son los varones que copan el espacio médico del campo de lo reproductivo. O sea los varones ayudamos a otros varones de no hacernos cargo de un campo que sí es de nuestra competencia.

¿Entonces, porqué es de nuestra competencia? Porque la cultura, patriarcal o androcéntrica, nos otorga a los varones privilegios que vienen en distintas formas. Pero también opera en tanto un mecanismo que silencia y omite cierto aspecto en el cual los varones participamos y que la socialización, en fin la cultura, nos dice que “no es necesario que te hagas cargo de esto”. Lo reproductivo ha sido uno de estos privilegios. No usamos, o somos reticentes a usar los anticonceptivos (vasectomía y condón) no solo por una resistencia individual sino porque también la cultura nos incita a no hacernos cargo de nuestro cuerpo en lo reproductivo. Y eso por un simbolismo que tenemos incorporado en nuestra forma de pensar nuestro entorno cultural y simbólico. Hay una cantidad no menor de investigaciones en la antropología, solo por mencionar algunos: Maurice Godelier “La producción de los grandes hombres”, y Mara Viveros Vigoya en Colombia con su texto “De quebradores a cumplidores” o “Dionisos negros: estereotipos y orden racial en Colombia” y por no decir este libro de David Le Breton. En todos estos podemos ver como la simbólica del cuerpo masculino se manifiesta y se quiere “gestiona” del esperma como fundamental en el orden cultural de género.

En este sentido, lo que motiva a escribir esta columna es este video que relata una propuesta médica de intervenir el aparato reproductor masculino con un interruptor. Esto, creo, cambia o por lo menos comienza a cambiar el paradigma de la relación del cuerpo masculino con, primero, la ausencia de intervención y, segundo, la presencia mediante la vasectomía o condón que, en términos simbólicos, ha sido considerado una castración de lo masculino y/o como feminización del cuerpo masculino. Este elemento, el interruptor, es interesante a medida que permite pensar e interpelar a que incluya en debate a nivel de políticas públicas y en el sentido común de las personas para comenzar a pensar cómo incluir a los varones no solo en los aspectos reproductivos sino también en los temas de autocuidado en la sexualidad. Este es un debate en que he insistido en varias ocasiones y últimamente mediante este artículo que fue elaborado en el marco del 5to Coloquio Internacional de Masculinidades, desde la etnografía virtual, para incitar a pensar en cómo los varones nos estamos vinculando, en la práctica en relación a la reproducción.

Siendo el tema de la reproducción y masculinidades un tema considerado muy específico y/o poco abordado/conocido debe, sin embargo, estar incluido en las políticas públicas porque los varones tenemos los privilegios de no estar nombrados como sujetos de intervención (paciente), pero sí estamos en todo como interventores (médicos, economistas etc. ) y estar conduciendo los destinos de la política, economía etc. Lo masculino es el elemento que hace inteligible, aunque no conscientemente, de lo que sucede en nuestra vida cotidiana pero que no está nombrado en tanto sujeto genérico porque está naturalizado.

Pero por muy distintas que sean las respuestas ante el hecho de ese interruptor de esperma creo que por lo menos se suma a otro elemento más que posibilita y comienza a sacar a luz todas las concepciones que tiene la cultura, y los varones en particular, sobre lo que implica ser varón y de que aparezca la posibilidad, aún remota, yo me haga cargo de mi reproducción, que históricamente ha sido un tema delegado en los cuerpos de ellas.

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