Andrade y el humor político: “Ofrecer la cabeza de un parlamentario sangrando tendría un rating enorme”
"Cuando la política sea buena, no va a ser material para un show", reconoce el diputado del Partido Socialista.
Tanto Edo Caroe, como Rodrigo González, (que ironía llamarse igual a un ex alcalde de Viña que fue destituido del cargo por fraude al fisco, luego absuelto, y después reelegido, lo que es más gracioso que la rutina entera de su tocayo) y Natalia Valdebenito, con mayor o menor gracia han utilizado en sus rutinas al mundo político como un pushing ball.
Para unos es punta de lanza, para otros es para zafar de momentos complicados ante el público. Porque claro, si la cosa está media tibia, solamente decir “Sebastián Dávalos”, “Jaime Orpis”, “Michelle Bachelet”, “Longueira” ya desata una pifeadera y/o risa y/o apoyo al comediante como prueba irrefutable del rechazo que éstos personajes generan en la multitud.
Por supuesto este fenómeno no ha pasado desapercibido en el aludido. Con respecto a la clásica pregunta “¿Y qué dijo el otro?”, el que recogió el guante fue Osvaldo Andrade, diputado socialista y próximo presidente de la cámara de diputados, en entrevista con La Tercera.
“(Las rutinas de humor político) Dan cuenta de algo evidente, que es que la ciudadanía tiene una crítica muy áspera y ácida respecto al sistema político, los partidos y los parlamentarios. Lo que hacen los humoristas, con el talento que tienen, es transferir un estado de ánimo de la opinión pública hacia la política y eso hay que tomarlo como un dato. Esto no es un problema de justicia o injusticia, de empezar a defender si estuvo bien o mal, es algo de lo que hay que hacerse cargo”, sostuvo el parlamentario.
Al mismo tiempo, ironías aparte, Andrade asegura que el tema no es para la risa: “Este es un problema serio. Mire, ofrecer la cabeza de un parlamentario sangrando sería un show televisivo tremendo, tendría un rating enorme. Al margen de las bromas y todo, me lo tomo en serio como fenómeno social, y de eso hay que preocuparse. Aquí hay una crítica amarga a una sociedad que está llena de privilegios, y no son sólo los políticos. Aquí los medios se cargan al chancho, y están equivocados. También es la iglesia, los empresarios. Cuando una sociedad es tan desigual como la chilena, vamos a tener problemas, y esto pone en riesgo las instituciones”, agrega.
Pero tiene un lado positivo esto, según el diputado. Y es que a la gente le interesa la política: “Esto demuestra todo el interés que hay de la ciudadanía con la política. Si la política fuera intrascendente, a los humoristas les iría como el forro, porque no tendrían ninguna cercanía con las preocupaciones ciudadanas. Esto desmiente el hecho de que a la ciudadanía no le importa la política. Sí le importa, pero le importa la buena política. Cuando la política sea buena, no va a ser material para un show”.