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26 de Febrero de 2016

¿Universidad pública y de calidad en Chiloé?

En virtud de las actividades productivas más relevantes, lo más adecuado debería ser la realización de una evaluación social de proyectos para determinar si es viable o no el establecimiento de una Universidad en la zona, más tarde ver si corresponde implementar una alianza-público privada para instalar aquella dependencia.

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Andres Barrientos es Director Ejecutivo Ciudadano Austral: Ingeniero Civil en Obras Civiles de la Universidad de los Andes. Fue ayudante en cátedras de Hidrología y Geología. Ha estudiado políticas públicas, economía y sociedad en diversas instituciones como Instituto Cato, LyD, FJG y ATLAS Network. Columnista en medios nacionales e internacionales.

Las consignas “Educación Pública Gratuita, Laica y de Calidad” sostenidas en forma reiterada por los partidos comunistas a lo largo del mundo que luego de tomar fuerza durante del 2011 han comenzado a materializarse a través de cuestionadas declaraciones de personeros públicos, aceptación de otros partidos políticos, redención de la centroderecha y determinadas políticas públicas con un marcado tinte ideológico.

Sumado a ello, las regiones no se han quedado atrás y los resultados negativos de la implementación de la consigna saltan a la vista: la Universidad Pública de Aysén ya enfrenta este 2016 un déficit de mil quinientos millones de pesos.

Tanto diputados de derechas o izquierdas han caído en la trampa del populismo, desconociendo la realidad y las necesidades propias del archipiélago de Chiloé, por ejemplo. En virtud de las actividades productivas más relevantes, lo más adecuado debería ser la realización de una evaluación social de proyectos para determinar si es viable o no el establecimiento de una Universidad en la zona, más tarde ver si corresponde implementar una alianza-público privada para instalar aquella dependencia. Probablemente no será una sorpresa que se vislumbren necesidades de personal más técnico que profesional, es decir, centros de formación técnica o institutos profesionales, donde vale la pena preguntarnos ¿por qué no sedes de los mejores centros de estudios del mundo relacionados con las actividades propias de la región como acuicultura, agricultura, energía, ciencias del medio ambiente o del mar?

Sobre calidad ¿cuáles serán los parámetros que regirían un establecimiento universitario nuevo más allá de una licitación que deja varias dudas del proceso previo? Es seguro que los mejores estudiantes no se quedarán en la región, y en ello la evidencia es aplastante. Basta hacer el simple ejercicio de tomar los mejores puntajes de la PSU desde sus orígenes y vea dónde se van, la fuga de cerebros continuará y sólo tendremos una Universidad entregando educación de dudosa calidad para “ilustrar” medianamente al futuro del archipiélago.

Preocupante es el escenario mientras la ola reformista comienza a desconocer la evaluación social de proyectos, metodología que ayuda a poder justificar las obras públicas de manera responsable.

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