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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Del “puta Jefe” al “buena gefe”: Liderazgo en tiempos modernos

Un buen liderazgo adquiere alta relevancia toda vez que puede ser quien impulse el desarrollo tanto individual como colectivo, de su equipo de trabajo. O puede terminar por sepultar los anhelos y aspiraciones de sus trabajadores. Esa es la diferencia entre un "gefe" y un "jefe".

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Rodrigo Durán Guzmán es Académico y periodista.

A quién no le ha pasado. Por más comprometido que usted esté con la organización en la que trabaja y que sus resultados sean exitosos, siempre existirá ese talón de Aquiles: la negatividad que encontrará todo malo, le aportará poco o nada a su desarrollo profesional y a su felicidad, y que lo responsabilizará de ser el causante del incumplimiento de las metas fijadas por la empresa.

En este contexto un buen liderazgo adquiere alta relevancia toda vez que puede ser quien impulse el desarrollo tanto individual como colectivo, de su equipo de trabajo. O puede terminar por sepultar los anhelos y aspiraciones de sus trabajadores, generando reacciones similares a las de los protagonistas del filme “Horrible bosses” (“Quiero matar a mi jefe”) donde nos muestran jefes incapaces de reconocer el mérito o esfuerzo para obtener un ascenso y todo lo que ello conlleva, o bien líderes cuyo único fin es hacer mal uso de los recursos sin pasión, compromiso y dilapidando la fortuna familiar a costa de sus trabajadores.


En la actualidad  a esto se le denomina como administración antigua o tradicional, dando paso a un nuevo concepto orientado al bienestar y felicidad de los empleados: hablamos de los Gefes.

Ya en 2011, en un estudio realizado por  Harvard Business Review, se planteaba que el nivel de felicidad tiene un profundo impacto en la creatividad y compromiso de los trabajadores (actualmente también se les denomina colaboradores). Esto constituye algo fundamental para la administración moderna.

En cuanto a la relación Chile-Felicidad, y según el último informe que realizó la Universidad de Columbia para las Naciones Unidas, Chile se ubica en el lugar 43 en base a una muestra que consideró 156 países. A nivel regional salió 12 sobre una muestra de 26 países.  En esa ocasión, se preguntó qué tan felices eran los trabajadores con escala del 1 al 10. La respuesta nacional promedio fue 6.


Estos Gefes (o también conocidos como “gestores de la felicidad”) han ido ganando terreno gracias a variables y atributos que poco a poco las empresas han ido reconociendo, tales como la capacidad para hacer sentir a sus colaboradores como “talento único” dentro de la organización para sacar el trabajo adelante y proporcionar así el beneficio tangible.

Así también la capacidad de RENOVAR (REtomar la NObleza de los VAlores que Responden. A saber: honestidad, autenticidad, empatía, alegría, superación, mérito individual y esfuerzo colectivo). Lo anterior, ya sea en el corto – mediano o largo plazo, se traduce en nuevos conceptos tales como CLIMA (CLientes MAravillosos que valoran la experiencia de interacción y servicio de la institución) en una organización que dará muchos BESOS (BEneficios SOStenibles) a sus equipos.

Esto se traduce no sólo en compensaciones económicas (que de paso se convierten en políticas que repercuten en la sostenibilidad de la empresa), sino también en el desarrollo de una carrera al interior de la organización, en posibilidades de perfeccionamiento mediante educación, formación continua y flexibilidad horaria, permitiendo más tiempo con la familia e involucramiento de ésta en el quehacer de la organización, posibilitando el sentido de pertenencia, etc.

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De esta manera se entiende que dentro de los desafíos u objetivos corporativos de las empresas modernas existan acápites orientados a crear mejores ambientes de trabajo que promuevan empleados más realizados y felices, entendiendo que estos son así más productivos y creativos y menos propensos a renunciar.

Esto contrasta con aquellas organizaciones que no reconocen este tipo de acciones como parte de su balanced scorecard.  En este tipo de empresas se constata, por ejemplo, una tasa de rotación alta además de falta de compromiso con la institución lo cual impacta no sólo en los estados de resultados sino también en la compenetración y formación de equipos de trabajo estables lo cual nos recuerda canciones emblemáticas tales como “Puta Jefe” de GLUP o también “Jefe” de Sinergia. ¿Conoce usted alguna canción que hable a favor de las jefaturas? ¿Existirá?

En un entorno cada vez más dinámico, las competencias tanto profesionales como blandas, adquieren mayor realce en términos del liderazgo cualquiera sea el ámbito de acción. En la práctica, aquellas empresas que realmente quieran sobrevivir y obtener beneficios sostenibles, deben estar capitaneadas por esta nueva figura: un líder buena persona, que reconoce a sus colabores y desarrolla su inteligencia emocional, capaz de medir el beneficio intangible de sus empleados para convertirlo en tangible. Los tiempos no perdonan, las necesidades mandan: bienvenidos a la era del “Buena (o “güena”) GEFE”.

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