La importancia oculta de los vagabundos
La sociedad parece decir que "si no eres productivo no eres hombre de verdad”. Pero ¿qué pasa si pensamos al vagabundo como un sujeto de (auto)cuidado y no de desprolijidad/suciedad/exclusión?
Lo productivo aparece dentro de la modernidad como un axioma central para los sujetos masculinos y la sociedad heterosexual. El mandato implícito parece ser: “si no eres productivo no eres hombre de verdad”. Eso nos impulsa a ser sujetos para el trabajo.
La importancia del trabajo para los sujetos masculinos se instala en lo biográfico desde la socialización de género. Y si no hay trabajo, se crea una depresión en los desempleados. Esto es un tema generacional ya que hoy día estamos hablando de la generación NINI: Ni trabaja ni estudia. Ser un vago o hacer nada en la vida es una crítica, entre otras, desde lo masculino.
Y esto no es nuevo porque Charles Chaplin en su película El Vagabundo plantea justamente este debate en torno a la (in)utilidad del sujeto masculino. Ciertamente, la película no habla del tema explícitamente, pero se puede proponer una re lectura de la misma para entender el modo en el que se entienden las posiciones que ocupamos socialmente en una sociedad desde nuestra identidad y biografía.
Walter Benjamín también se refiere a este personaje (trapero y vagabundo) de la modernidad a inicios del siglo XX, en este libro titulado “Baudelaire. Un poeta en el esplendor del capitalismo”. El vagabundo es el desecho del capitalismo que merodea en las calles y sin embargo, es en ese desecho –dice él- que se puede aprender de verdad sobre la humanidad y no en los monumentos erguidos como ejemplos de la modernidad iluminadora.
En esa modernidad también hubo, tal como en la modernidad actual, fisuras que plantean una crisis de identidad de los sujetos masculinos. Los vagos y los escritores siguen siendo hoy sujetos altamente improductivos. Ahora bien, esa calificación de improductivos está hecha desde una racionalidad económica que no necesariamente obedece a una que pone énfasis en lo humano.
En este sentido. ¿Qué pasa si pensamos al vagabundo como un sujeto de (auto)cuidado y no de desprolijidad/suciedad/exclusión? No estoy diciendo que todos los vagabundos son “blancas palomas”, sino que el hecho de estar en “situación de calle” implica una experiencia de vida que no se piensa desde la dimensión de las masculinidades.
El sistema capitalista castiga las tareas de cuidado en todos nosotros porque nos volvemos improductivos. Retomando el planteamiento de Walter Benjamín, el modelo económico y la supuesta racionalidad no plantean la solidaridad como eje vector de las acciones, sino que como un elemento, acción o sujeto anti-racional.