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23 de Marzo de 2016

Terciarte, la banda nacional que llevará jazz y funk a los semáforos de Latinoamérica con energía verde

Próximos a iniciar un viaje por Latinoamérica, el grupo que toca por los semáforos de Santiago pretende saltar de la lógica de la queja sobre los problemas citadinos al "hacerse cargo". Entre ello está el disminuir su huella de carbono.

Por Redacción
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Todo empezó hace un año en la esquina de Toesca con Manuel Rodríguez. En ese lugar se instalaban con una guitarra, un saxo, una batería, un bajo y una trompeta e irrumpieron en la escena callejera tocando jazz, funk y ska haciendo, al menos, un poco más amena la hora del taco.

Así, Sebastián Silva (31) y sus cuatro compañeros de la banda Terciarte -del proyecto cultural La Caracola- comenzaron a recorrer Santiago de forma itinerante. Siempre en semáforos. Siempre corriendo con sus instrumentos cuando daba la luz roja. “El arte irrumpe en tu espacio cotidiano para elevar la energía”, dice Silva. 

Pearl Jam in Rio de Janeiro was amazing, but these guys let me on stage in Santiago, Chile. #terciarte

Posted by Tim Bradley on Miércoles, 25 de noviembre de 2015

 

Las intervenciones callejeras tuvieron éxito. Silva y sus amigos se dieron cuenta que el despliegue de la banda gustaba, que el factor sorpresa tenía buena aceptación. Y bajo esa percepción se dieron cuenta de que podían hacer lo mismo que hacían en las calles de Santiago en otros países de Latinoamérica. Así surgió la idea de hacer una gira de estudio colectiva.

Un viaje sustentable

Disconformes con los problemas citadinos y el vertiginoso estilo de vida de la capital, el grupo decidió dar un giro: saltar de la lógica de la queja al “hacerse cargo”, como dicen ellos.  

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El proyecto del viaje también tenía que ceñirse a esa visión. Y uno de los planes trazados es disminuir la huella de carbono de la banda. ¿Cómo? La idea es comprar paneles solares e instalarlos en la camioneta que los va a movilizar y así cargar las baterías que usan para las intervenciones, ello en vez de generadores.

Además, pretenden hacer una conversión en el motor del auto para reutilizar aceite de cocina. Sebastián Silva explica que “el trasfondo tiene que ve con nuestro compromiso por hacernos cargo, en lo más posible, de todos los aspectos contaminantes en los que participamos de la sociedad”. 

El primer destino es Perú y el monto para financiar los paneles y el motor es $2,5 millones, cifra que tienen que reunir de aquí a fines de abril o comienzos de mayo a través del crowdfunding Fondeadora.

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Y pese a que no hay una ruta trazada, Silva indica que no hay apuro: “Vamos a convertir esto un modo de vida por unos tres o cuatro años. Queremos asentarnos en los lugares, formar vínculos con las personas y aprender de su cultura y eso no se logra cuando uno anda de paso”.

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