Ley del Mono ¿Automedicarse para después solicitar la consulta y receta médica?
Si para “regularizar” una propiedad sólo se necesita un croquis que puede realizar cualquier persona, esto quiere decir que a través de una Ley se minimiza el aporte real que puede realizar un arquitecto para realizar el proceso completo de llevar a cabo una obra, desde el anteproyecto, permiso edificación hasta la recepción final.
Layla Jorquera es Arquitecta Universidad de Chile.
La Ley del Mono legitima que una persona dueña de un inmueble puede construir, ampliar, demoler cualquier tipo de construcción sólo por el hecho de declarar que es propietario, muchas veces no teniendo consideración ni el conocimiento sobre las normas urbanísticas, acondicionamiento térmico, acústico y estructural de la obra.
A raíz de esto nos preguntamos lo siguiente, ¿cuál es el verdadero rol del arquitecto en la sociedad?, el ciudadano común entiende que para construir su vivienda, para realizar una ampliación no necesita de sus servicios profesionales, sólo debe acudir a éste cuando la obra ya está construida y lo necesita por otros motivos, ya sea para tasar la propiedad o para obtener un subsidio habitacional de mejoramiento, regularizar su situación ante la dirección de obras por lo que se busca rápidamente “la firma” de un arquitecto y por este “servicio” los honorarios del profesional disminuyen notoriamente ya que su responsabilidad sólo recae en dibujar lo existente.
Sería válido entonces extender este tipo de relación ciudadano-profesional, como por ejemplo a la relación médico-paciente, que éste último decidiera automedicarse y realizarse un tratamiento de alguna enfermedad y que para poder recibir el reembolso de la isapre necesitara de “la firma” de un médico para validar el tratamiento y por lo tanto legalizar su situación.
Dentro de la sociedad eso sería impensado, ya que se entiende que los médicos son profesionales altamente capacitados y estudiosos y que ninguna persona dudaría de su capacidad, por lo tanto para cualquier enfermedad se recurre a un doctor y se realiza todo el tratamiento que es determinado por el médico.
Si para “regularizar” una propiedad sólo se necesita un croquis que puede realizar cualquier persona, esto quiere decir que a través de una Ley se minimiza el aporte real que puede realizar un arquitecto para realizar el proceso completo de llevar a cabo una obra, desde el anteproyecto, permiso edificación hasta la recepción final.
Muchas veces la crítica de la ciudadanía al gremio tiene relación con la poca participación ciudadana que se tiene al realizar grandes obras de arquitectura en la ciudad, ya sea parques, plazas, museos, centros comunitarios, etc., pero no existe autocrítica en que la relación inversa tampoco existe, y está incorrecto para ambas partes, ya que para una obra de arquitectura, se necesita un arquitecto y un cliente, sea este último una persona individual o una comunidad.
Si la escala 1:1, 1:50, 1:100 y 1:200 no es determinada por los arquitectos, ya que ellos sólo forman parte de una legalización de lo ya realizado, cómo se puede diseñar 1:1000, 1:2000 o 1:5000, si en las escalas de mayor detalle no se tiene ninguna participación profesional.
Es justo decir entonces que la ciudad y su resultado no necesariamente son de un mal quehacer profesional, sino un resultado de un trámite administrativo que pone a un costado la opinión técnica y fundamentada de un arquitecto.