El Proceso Constituyente está en riesgo
Sin participación ciudadana o con un bajo nivel de ésta en los encuentros locales, provinciales y regionales, sólo estaremos frente a una reforma constitucional más, una reforma débil, sin blindaje ciudadano, sin representatividad y sin esa anhelada legitimidad que permita reconectar la política con la ciudadanía.
Daniel Ibáñez es Presidente de la Fundación Participa
El proceso constituyente ya se encuentra en marcha, pero está en riesgo. Si bien la idea de una nueva Constitución cuenta con un amplio respaldo ciudadano, lo cual se refleja en prácticamente todos los estudios de opinión que muestran un apoyo de la gente que sobrepasa el umbral del 70%, el proceso enfrenta hoy un grave problema en cuanto a la capacidad de convocatoria y participación de la ciudadanía en los cabildos y encuentros que parten en los próximos días, básicamente por problemas de información.
Si bien la participación ciudadana que contempla el proceso constituyente no tiene carácter vinculante, en esta descansa la legitimidad del proceso ideado por el Gobierno, por ello preocupa que el 81% de los Chilenos desconozcan como participar de los procesos de diálogos y un 61% no sepa que los encuentros locales comienzan en una semana más, según señala la última encuesta CADEM. Es más, me atrevería a señalar que ni en los propios partidos políticos conocen bien como participar de este importante proceso.
Lo que el Gobierno ha venido impulsando, es evidentemente una Reforma Constitucional “blindada” con participación ciudadana de carácter consultiva para poder dar legitimidad a los cambios, sin embargo existe la posibilidad de que este blindaje se vea debilitado por el exceso de improvisación y la ausencia de una campaña comunicacional potente que permita informar a ese más de 70% de chilenos que quieren una nueva constitución, de cómo pueden participar de la discusión. Sin participación ciudadana o con un bajo nivel de ésta en los encuentros locales, provinciales y regionales, sólo estaremos frente a una reforma constitucional más, una reforma débil, sin blindaje ciudadano, sin representatividad y sin esa anhelada legitimidad que permita reconectar la política con la ciudadanía.
El proceso constituyente y su legitimidad están en riesgo, por ello parece prudente y sensato que el Gobierno realice de manera urgente ajustes a los tiempos y al diseño del proceso para garantizar un nivel de participación ciudadana que asegure la legitimidad, o bien tome la decisión de avanzar hacia un gran acuerdo político que permita incorporar la fórmula del plebiscito de entrada para definir si los chilenos queremos o no una nueva Constitución, y bajo qué mecanismo queremos esa nueva Constitución. Ese es sin duda el camino más seguro para garantizar que los ciudadanos efectivamente puedan participar de manera vinculante de la construcción de una nueva carta fundamental en la que todos y todas nos podamos sentir interpretados, y donde podamos reencontrarnos los ciudadanos y la política en un nuevo pacto.