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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La historia de Lionel

Por qué un niño que vive en Chol Chol, un pueblo donde lo único que hay es una bomba de bencina y un supermercado Lily, estudia una carrera relacionada al mundo empresarial.

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Arelis Uribe es Periodista de la Usach, autora del libro de cuentos "Quiltras" y "Que explote todo". Ex directora de comunicaciones del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Chile.

Esta es la historia de “Lionel”, el cuento con el que gané la XV versión del Santiago en 100 palabras. También es la historia de cómo conocí a Lionel, el joven de la Araucanía que inspiró el relato.

Desde 2014, Educación 2020 trabaja con siete liceos públicos en la Araucanía, acompañando sus procesos de mejora. Como periodista, me toca viajar y cubrir los hitos de ese avance. En diciembre del año pasado, fui a mirar cómo 214 jóvenes presentaban sus aprendizajes a partir de un taller de liderazgo. Entre ellos estaba Lionel.

Nos sentamos en el pasto y conversamos. Hablamos del taller, de su colegio, de él. Escuchar su vida me apretaba el pecho. Me contó que desde siempre ha estudiado internado, que es dirigente de su liceo, que estudia contabilidad sin gustarle la carrera. Dijo que prefería el deporte y que había aprendido a nadar solo. Eso me dejó pasmada. Yo aprendí a nadar vieja, en piscina temperada y rodeada de flotadores. Y él, allá, en ese sur que se supone es tan precario y estéril, siendo un niño, aprendió a nadar solo, sumergiéndose en los ríos abiertos de su tierra. Si eso no es talento, no sé qué es. Un talento que no se refleja en las notas, en la disciplina que se impone en la sala de clases, en el puntaje de la PSU.

Cuando le pregunté qué quería hacer cuando terminara el colegio, dijo que quería entrar al Ejército. Eso me dolió en tantos niveles. Por qué un niño que pasa siete años en un liceo técnico, preparándose para ser contador, cuando piensa en su futuro no lo hace considerando el oficio que eligió. Por qué un niño que vive en Chol Chol, un pueblo donde lo único que hay es una bomba de bencina y un supermercado Lily, estudia una carrera relacionada al mundo empresarial. Por qué cada año se titulan generaciones de treinta contadores y administradores de empresas en pueblos donde no hay dónde hacer la práctica profesional. Por qué nos permitimos esa incoherencia, esa fuga que le trunca la vida a tanta gente.

Yo miraba a Lionel y no sabía qué contestarle. Por qué el Ejército, pensaba sin decirlo, por qué vas a cubrir tus brazos que nadan en aguas transparentes con un uniforme de camuflaje. Por qué nadie te ha conducido a ser un Tomás González, una Kristel Köbrich. Dónde está la educación pública que debería guiar a cada adolescente de Chile a descubrir sus talentos y cumplir sus sueños.

Después de ese viaje, pensé mucho en Lionel. Quise escribir sobre él y cuando vi la convocatoria de Plagio decidí hacerlo en menos de cien palabras. El cuento quedó así:

Lionel
Lionel aprendió a nadar solo, tirando el cuerpo a los ríos de la Araucanía. Estudió internado en el liceo y se tituló de contador en un pueblo donde la única empresa era un supermercado chico. Migró a Santiago para entrar al Ejército. Al final, se convirtió en guardia y trabaja de lunes a sábado en la farmacia de un mall. Arrienda una pieza en un cité de Mapocho. Algunas noches fuma parado en el borde del puente, tirando las colillas a la corriente del río.

Hasta la palabra Ejército, todo es real. El resto es un presagio que espero esté equivocado. Cuando pienso en Lionel escapando de la Araucanía para venir a un Santiago sobrepoblado y sucio, no puedo evitar pensar que su esperanza militar va a frustrarse y va a quedar “pateando piedras”, como mucha juventud lo hace desde los años en que Jorge González escribió esa canción triste y verdadera.

Me gustaría que la segunda mitad sea sólo ficción, y que Lionel no tire colillas frustradas a la corriente del Mapocho. Si hay algo que me devuelve la esperanza, es que trabajo en un lugar que busca reescribir ese final de ficción, que para mucha gente es verdadero. Sé que en esta fundación la sensibilidad por eliminar las injusticias es compartida. Mi trinchera es la escritura y lo que he vivido aquí me ha calado al punto de querer narrarlo. Lionel sigue en la Araucanía, durante las próximas semanas “Lionel” llegará al Metro. Espero que su historia, que es la historia del Chile segregado, les queme y les duela, porque sólo lo que incomoda permite construir algo diferente.

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