Marea roja en Chiloé, mucho más que un problema de dinero
En resumen, que este fenómeno no parece tener sólo causas naturales y que es posible sospechar que hay intereses involucrados, tanto empresariales como de gobierno, buscando echar tierra sobre el asunto. Lo que transforma todo esto también en un serio problema político.
Ricardo Baeza es Magister en Antropología y Desarrollo U. de Chile y Psicólogo Organizacional UC. Profesor de la Escuela de Psicología y de Masters de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Director del Diplomado de Gestión de Evaluación y Selección de Personas de la UAI.
Lo que está ocurriendo en Chiloé con el problema de la marea roja es de dimensiones insospechadas. Para nosotros, a la distancia, se nos instala principalmente como un problema económico; gravísimo, claro está, pero en esencia económico. Notamos como se afectan las fuentes de trabajo de los mariscadores, reduciendo casi a cero sus ingresos. Y nos escandaliza que el gobierno vaya en su ayuda con apenas cien mil pesos mensuales por familia.
Pero el problema es mucho más que sólo eso.
Un mariscador no es un trabajador que “decide dedicarse a mariscar” como fuente de sustento. Un mariscador “es” un mariscador, como fuente de identidad personal y como una forma de definir su rol social y la relación con su entorno. De allí que no poder realizar su labor no le afecta únicamente por la falta de ingresos, sino que le impide realizarse en su propia esencia y en su función social. Por lo que las consecuencias psicológicas de este paro obligado resienten su autoestima de manera mucho más fuerte que una simple cesantía.
Por otra parte, la desconfianza hacia las autoridades no es gratuita. Los mariscadores conocen cómo se ha comportado la marea roja en otras ocasiones. Entienden que la toxina liberada por la microalga (y que se fija por filtrado a los moluscos) no sólo no mata al animal sino que también es liberada de él pasados unos meses. Entonces ¿qué pueden pensar cuando son testigos de la muerte y varazón de miles de mariscos? ¿Cómo poder creerles a las autoridades que declaran que esto se trata sólo de otro episodio de marea roja?
Claramente buscarán alguna otra explicación. Y rápidamente notan que ha habido intervención humana en las aguas de la zona. Que se vertieron miles de toneladas de salmones muertos (junto a productos químicos de dudoso comportamiento). Que en este proceso ni siquiera se respetó por completo la distancia a mantener con la costa, vertiendo salmones a distancias muy menores respecto de lo declarado. Que al parecer tampoco hubo la fiscalización necesaria de este proceso. En resumen, que este fenómeno no parece tener sólo causas naturales y que es posible sospechar que hay intereses involucrados, tanto empresariales como de gobierno, buscando echar tierra sobre el asunto. Lo que transforma todo esto también en un serio problema político.
Impedimento de trabajar, falta de ingresos, baja en la autoestima, indefensión existencial, desconfianza hacia la autoridad, todo lo cual sumado a la lejanía geográfica con el centro del poder y a la pésima actitud y disposición de las autoridades, configuran un escenario caótico de abandono como nunca antes viéramos.
Ojalá las autoridades recapaciten y comiencen a dimensionar el problema más allá de su mera arista económica.