De Lo Abarca a Chiloé: la cultura de la nada
Estamos en medio de una nación que gesta zombies, interactuando conforme “el estilo y la percha” más que a la identidad que un día nos enorgulleció. En el caso de Lo Abarca la “percha” es un simple muro de ladrillo y en el de Chiloé es la defunción de una cultura alimenticia extraída del mar, y la desesperanza de sus habitantes los cuales hoy no tienen a los brujos o al Trauco a su favor.
María Teresa Larraín es Periodista.
Lo Abarca es un pueblito enquistado en el valle de Cartagena. Por sus calles y esquinas hay esculturas y muros expuestos en mosaicos relacionados a la historia del lugar. Todos realizados por la artista Patricia Marín.
Muy pocas personas reparan esta muestra abierta porque la mayoría de los visitantes hacen cola frente a un restaurant donde el cerdo es rey y el ají es oro. Uno de sus muros exhibió años atrás, una muestra mosaica realizada por alumnos de la Escuela Básica del lugar.. Pedacito a pedacito en cerámicas y vidrios montaron la historia de Lo Abarca. Hoy nada queda de ello. La propietaria de la casa – restaurant, consideró que estaban demás.
El arte fue sacado de cuajo. La dueña del lugar estaba en su derecho al hacerlo. Aunque ello significara des cultura. Como hoy lo hacen las autoridades al silenciar el clamor de Chiloé, región cuya identidad cultural traspasa los rincones del mundo y atrae anualmente a miles de turistas.
La “cultura”, es entre muchas definiciones, un conjunto de conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo, a una clase social, a una época, etc. Acorde a esto, nuestra sociedad tiene una cultura que se expresa en diversas formas. Estas, poco a poco, están desapareciendo.
Un país que se da el lujo de tener dos Premios Nobel de Literatura queda silente ante el éxodo de sus científicos los cuales son premiados en el exterior. Los investigadores y creadores que, deciden vivir acá, apenas sobreviven en una tierra donde abundan los magos de las finanzas, del chaqueteo y cuanta miseria impuesta a la población que apenas camina en medio del plástico crediticio o de las aguas contaminadas.
Los chilenos asistimos hoy a una crisis de identidad jamás vista en nuestra historia. Los gobiernos post dictadura, hay que reconocerlo, han estimulado el encuentro mediante exposiciones, museos, actividades al aire libre. Al principio, gratuitas; hoy hasta Santiago a Mil, que significaba mil pesos la entrada, desapareció. Cada familia, para asistir a un espectáculo desembolsa una importante suma de dinero. Los auspicios prácticamente van en retirada, y en este país el libro paga IVA y los espectáculos teatrales, también.
A ello sumamos la triste oferta cultural de la televisión abierta o TV cable. Los buenos programas que sirven al debate y a la reflexión se emiten después de las 23 horas, tiempo en el cual más de la mitad de los pensantes están durmiendo.
A la fecha no nace aun un canal de televisión cultural, aunque proyectos leyes abundan en el Parlamento para que así sea. En nuestro país vecino, Argentina, la oferta está a disposición de quien quiera atenderle. El Canal cultural Encuentro compite con los noticieros y temas faranduleros. La satisfacción del espíritu abunda: Buenos espectáculos y mejor cine. A toda hora y en cualquier lugar. El público sabe dónde y cómo elegir. Acá, las salas se coluden para dar los mismos títulos. Ojala con bastante muertos, sangre y efectos especiales. Así los espectadores, incluyendo jóvenes y niños, se desperfilan hasta ser parte del pop corn que degustan en medio de las balaceras o rayos azulados.
El desprecio al espíritu abunda. Hace unas semanas, una compañía de telecomunicaciones servidora de TV cable optó por sacar de la parrilla dos canales que se distinguían por la excelencia de sus programas incluidas películas y seriales de renombre. No les importó el interés de la audiencia. A cambio pusieron señales con la mejor bazofia norteamericana: programas que ni siquiera tienen sintonía en su país de origen.
Nuestra sociedad se debilita y empequeñece. Asiste atónita al espectáculo de corrupción, lavados de dinero, drogas, tráficos de influencias, colusiones sin castigo y proyectos leyes que una y otra vez deben rearmarse. La falta de identidad gesta autoridades irresponsables, ineficaces e ignorantes.
Estamos en medio de una nación que gesta zombies, interactuando conforme “el estilo y la percha” más que a la identidad que un día nos enorgulleció. En el caso de Lo Abarca la “percha” es un simple muro de ladrillo y en el de Chiloé es la defunción de una cultura alimenticia extraída del mar, y la desesperanza de sus habitantes los cuales hoy no tienen a los brujos o al Trauco a su favor. Allá en el sur miran hacia el Norte o sea, hacia todos nosotros, ansiando una respuesta que nadie sabe cómo ni cuándo entregar. Estamos en la cultura de la nada, de la farándula, banalidad y codicia. Aunque Lo Abarca exista y Chiloé también.