El recuerdo de Benjamín Vicuña para su hija Blanca, a casi cuatro años de su fallecimiento
"Viví mucha rabia, mucha, mucha rabia, pero después de un tiempo esa rabia va pasando, se va asimilando y te das cuenta de que hay algo más grande y que el rencor y el odio son pequeños. Prefiero elegir la esperanza, la reconciliación con mi propia historia, con el dolor. Eso construye, lo otro es autodestructivo".
Uno de los episodios más dolorosos en la vida del actor nacional Benjamín Vicuña fue la muerte hace casi cuatro años de su hija Blanca, quien dejó este mundo a los 6 años a causa de una neumonía hemorrágica.
Es por ello que en conversación con la revista trasandina Planeta Urbano relató el proceso de superación que debió enfrentar ante una pérdida de tal magnitud.
“Es algo super personal, no me gusta exponerlo. Los duelos, la concepción de la muerte, son cosas super personales. Sólo te puedo decir que soy de las personas que creen que la muerte es parte de la vida y que hay que aprender a convivir con ella”, declaró.
“¿De dónde surge la esperanza o la ilusión de estar bien después de experiencias así? Yo creo en la intuición y no sé cuánto hay de voluntad o de razón, pero el cuerpo te va llevando. También está la espiritualidad, el tratar de dimensionar cuáles son los problemas reales, diferenciar lo grande de lo pequeño, lo importante, lo trascendental”, reflexionó.
Vicuña sostuvo que este tipo de sucesos entregan como conclusión que hay que valorar los diversos momentos que ocurren en la vida, ya que ésta nunca parará de sorprenderte.
“No todo se resume en la muerte, también está el misterio de la vida: el nacimiento de un hijo, el surgimiento de un amor o tantas cosas mágicas que pasan todos los días. La vida no deja de sorprender, es maravillosa, es trágica, es cruel, es triste, es todo, por eso hay que tratar de vivirla sin miedo”, explicó.
Junto con ello, reconoció que la muerte de Blanca lo puso en entredicho con su creencia en Dios, apuntando que “es cierto que me enojé mucho, pero es un proceso en el que estoy. Viví mucha rabia, mucha, mucha rabia, pero después de un tiempo esa rabia va pasando, se va asimilando y te das cuenta de que hay algo más grande y que el rencor y el odio son pequeños. Prefiero elegir la esperanza, la reconciliación con mi propia historia, con el dolor. Eso construye, lo otro es autodestructivo”.