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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Chile, país de analfabetos funcionales

En algunos cargos, por ejemplo, aquellos que requieren menores habilidades o conocimientos específicos se produce un círculo vicioso del que cuesta salir, ya que la persona que no entiende una instrucción no logra un buen desempeño, lo que a corto andar se traduce en despido, sin embargo, la evidencia nos demuestra que quien llega a ocupar nuevamente el cargo, poseerá competencias muy similares, provocándose así una rotación permanente.

Por Zdenka Astudillo
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Zdenka Astudillo es Gerente de Negocios del Mercado LaboralGalyleo Tecnologías Educativas Colaborativas

De acuerdo a los últimos resultados de la Encuesta sobre Competencias de los Adultos (PIAAC), desarrollado por la OCDE, un 53% de los adultos chilenos tiene un bajo nivel de desempeño en comprensión lectora y un 62% se encuentra en el nivel más bajo en cuanto a razonamiento matemático, lo que nos habla del gran porcentaje de chilenos que no posee las competencias básicas necesarias para desenvolverse adecuadamente en el mundo del trabajo.

Lo más complejo y grave a la vez, es que estos resultados no son nuevos, pues ya en el año 1998, un estudio realizado por la U. de Chile, basado en la encuesta SIALS, detectó que, en nuestro país, más del 50% de la población adulta poseía analfabetismo funcional, y más del 80% no era capaz de comparar, integrar, inferir ni calcular a partir de la información que leía. Resultados casi idénticos a los de la reciente encuesta PIAAC.

La incompetencia de habilidades genera una serie de deficiencias que inciden negativamente tanto para la empresa como para los mismos trabajadores. En algunos cargos, por ejemplo, aquellos que requieren menores habilidades o conocimientos específicos se produce un círculo vicioso del que cuesta salir, ya que la persona que no entiende una instrucción no logra un buen desempeño, lo que a corto andar se traduce en despido, sin embargo, la evidencia nos demuestra que quien llega a ocupar nuevamente el cargo, poseerá competencias muy similares, provocándose así una rotación permanente.

A pesar de esta realidad, a la fecha aún no se han implementado programas a gran escala que se hagan cargo de esta problemática, el sistema en general sigue hablando de habilidades y competencias específicas para el desarrollo de la fuerza laboral, sin considerar que las competencias básicas son el elemento clave del conjunto de competencias exigidas en cualquier trabajo, tal como ha señalado la OCDE en uno de sus recientes estudios. Por lo tanto, si las personas no son capaces de entender instrucciones verbales o escritas sencillas, o son incapaces de interpretar información en cuadros o gráficos, ¿cuán efectivos pueden ser los planes de capacitación enfocados en conocimientos específicos sin antes haber nivelado las competencias básicas?, ¿cómo podrán las personas, asimilar esta nueva información y transferir a sus puestos de trabajo lo aprendido, si no comprenden cosas básicas? ¿es posible entonces incrementar las tasas de productividad sin antes nivelar? No podemos abandonar a la actual fuerza laboral y pensar que estamos frente a una generación perdida poniendo todos los esfuerzos únicamente en la educación inicial.

En este contexto, se vuelve necesario que tanto el Estado, como las empresas comiencen a mirar esta problemática desde una nueva óptica, bajo la cual identifiquen y se hagan cargo de nivelar las competencias básicas en adultos, lo que no sólo mejorará su desempeño y productividad, sino que también su autoestima, empleabilidad y finalmente la calidad de vida de cada una de estas personas que hoy son la fuerza laboral del país.

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