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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Las ‘tareas’ en Educación Parvularia

Aprovechemos esta discusión para poner sobre la mesa este obscuro tema que son las tareas escolares las que, en vez de favorecer el goce por aprender, lo acaba, planteamiento que es válido para todo nivel educativo.

Por María Victoria Peralta
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María Victoria Peralta es Doctora en Educación, Universidad de Academia de Humanismo Cristiano. Magíster en Ciencias Sociales mención Antropología Sociocultural, Universidad de Chile. Magíster en Ciencias de la Educación mención Currículo, PUC. Educadora de Párvulos y profesora Educación Musical, Universidad de Chile. Directora del Instituto Internacional de Educación Infantil, Universidad Central. Consultora de Unesco y OEA en materias de educación infantil. Vicepresidenta Regional para América Latina de la Organización Mundial para la Educación Preescolar, OMEP.

Uno de los temas que ha generado un cierto debate entre los complejos temas de discusión que enfrenta la educación del país, ha sido el de las tareas escolares. A raíz de la presentación de un proyecto legislativo que pretende normarlas y/o suprimirlas, han surgido diversas reacciones en distintas publicaciones, que, por lo general, van en el sentido de lo insólito que es reglar algo tan propio del quehacer escolar como son las tareas, lo que es cierto. En realidad, en un país tan legalista como el nuestro, no es extraño que ello suceda.

El problema de fondo está en qué se entiende por “tarea”. Si ello involucra lo que señalan ciertos sectores: extensas actividades escolares muy similares a las que se hacen en los establecimientos que agotan a niños y familias, impidiendo el descanso y la realización de otro tipo de actividades, las tareas deberían acabarse. Si por “tarea”, implica actividades para investigar, compartir, buscar experiencias en otros escenarios, ¡Vivan las tareas! Lo complicado es que esta denominación ha adquirido ya un carácter aburrido de monotonía y repetición, inadecuado para cualquier aprendizaje complementario que se espere de ellas.

En Educación parvularia, este tipo de tareas debería suprimirse casi por ley divina para plantear lo inadecuado que es esta medida en esta etapa y de esas formas; esta práctica que antes no existía, atiborra a los niños y niñas de hoy que deberían estar a la vuelta a su hogar, jugando, cantando, compartiendo con su familia o saliendo a diversos lugares interesantes. Sin embargo, es cada día más común encontrar en sus mochilas, cuadernos llenos de números y letras a copiar u otras actividades de ese tipo, propias de la sobreescolarización de este nivel que ya hemos comentado en esta columna. En estos cuadernos, estrellitas o dedos aprobatorios en cada “trabajo” atestiguan su cumplimiento, en un condicionamiento clásico.

En este nivel, las “actividades en el hogar” como deberían llamarse, deberían tener un carácter de sugerencias, siendo su propósito fortalecer el rol formador de las familias, y ampliar las experiencias más allá del jardín infantil en función a propósitos concordados. Entre ellas, estarían: indagar antecedentes de su familia para llevar al centro infantil (fotos, historias de los abuelos, de su nombre, etc.), inventar cuentos, seleccionar objetos interesantes para comunicar mejor sus intereses a su grupo de pares, buscar recortes de temas que les interesan, tener pequeños experimentos para observar cambios, o seleccionar música para compartir con sus compañeros. Salidas a museos, centros artesanales, plazas de juegos, exposiciones, huertas, mercados, etc., son lugares interesantes donde realizar estas actividades complementarias, que deberían aportar a su formación integral, basándose siempre en las características e intereses de los niños y niñas.

Por tanto, aprovechemos esta discusión para poner sobre la mesa este oscuro tema que son las tareas escolares las que, en vez de favorecer el goce por aprender, lo acaba, planteamiento que es válido para todo nivel educativo. Ello no se acaba con leyes, sino con criterio, formación pedagógica adecuada y en especial con un sistema normativo que impulse la creatividad, el descubrimiento, la búsqueda de lo interesante. Esperamos que el Ministerio de Educación haga lo suyo, y las instituciones educacionales también.

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