La tarea hoy es para los grandes
La calidad del conjunto de tareas parece ser más importante que la cantidad de trabajo requerido; la tarea debe tener un propósito claro para los niños.
Pamela Meléndez Madariaga es Políticas Públicas Fundación Enseña Chile
Desde una iniciativa ciudadana se nos ha permitido reflexionar e incluso tener la idea de legislar sobre el hecho de regular las tareas para la casa, como forma de eliminar el agobio de nuestros niños, niñas y adolescentes. Analizando la problemática, el tema es más profundo y no se reduce al hecho de las tareas.
Lo agobiante es distinto para cada contexto y miembro de la comunidad escolar. En contextos difíciles lo agobiante para el estudiante podrá ser tratar de poner atención cuando el día anterior no durmió porque su hermano no llegó a la casa, porque tiene que tratar de entender el sistema de ecuaciones cuando aún no maneja fracciones, porque debe pasar 8 horas de la semana “viendo” el cuaderno, el techo o la ventana, porque no llegó el profesor, agobiante porque todo le dice que debe ponerse a trabajar rápido, porque su abuela ya no le da para las necesidades de todos en la casa, agobiante porque quiere salir rápido para ir al consultorio antes que cierren, porque parece que está embarazada. Agobiante porque parece que aprender ya no tiene sentido. Así ante este agobio, la tarea de leer un libro, se convierte en una oportunidad de acortar la brecha y de transportarse a otro lugar.
Lo agobiante para otros niños será pasar extensas horas frente al pizarrón, donde solo interactúo con mis compañeros cuando el profesor me da la palabra y solo para responderle a él. Porque la comunicación, la colaboración y la creatividad están reservados para los escasos 20 minutos de recreo. Porque no alcanza a comprender un tema cuando rápidamente debe pasar a otro, porque llega a su casa a replicar las dinámicas de esos 90 minutos, en una tarea.
Para los distintos contextos el aprendizaje hoy parece agobiante y ojalá pudiéramos disminuir el agobio con una ley de no tareas. Si vamos a legislar sobre algo, en especial para el caso de niños, niñas y adolescentes no podemos hacer leyes “esperando” que provoquen los efectos que declaran, una ley de no tareas ¿Es la solución para disminuir el agobio? Debemos saber que lo que estamos haciendo, lo estamos haciendo bien y para todos, si no seremos -como dice Esther Duflo- como los médicos medievales y sus sanguijuelas, a veces se mejora o veces no, pues no estamos seguros de que lo que hacemos funcionará.
Educar es una labor que requiere decisiones profesionales y adecuadas al contexto, la debida autonomía permitirá responder adecuadamente a la necesidad de cada niño. Aquí la evidencia nos entrega orientaciones para esa adecuada decisión en materia de tareas: La calidad del conjunto de tareas parece ser más importante que la cantidad de trabajo requerido; la tarea debe tener un propósito claro para los niños. También existe evidencia de que la tarea es más eficaz cuando se utiliza como una breve y concreta intervención (por ejemplo, en forma de un proyecto u objetivo específico conectado con un elemento particular del aprendizaje). No debe ser utilizada como un castigo o penalización por mal desempeño. Es probable que sea más beneficiosa una variedad de tareas con diferentes niveles de desafío y los alumnos deben recibir retroalimentación específica y oportuna sobre ellas.
Los legítimos argumentos levantados por el movimiento “la tarea es sin tarea” nos llevan a mirar a cómo hoy vivimos y concebimos el aprender. La característica común parece ser lo agobiante que resulta para profesores, estudiantes y apoderados, pero cabe preguntarse ¿el agobio disminuirá eliminando la tarea por ley? Al parecer el tema es más profundo y legislar no es la solución, limita la debida decisión profesional de los profesores y la oportunidad que la evidencia indica que la tarea bien utilizada puede ser beneficiosa. La tarea hoy es para los grandes de preguntarnos ¿Qué y cómo están aprendiendo nuestros niños y jóvenes que los termina agobiando?