La tracción a sangre y sus consecuencias
¿Los turistas y paseantes quieren andar en las victorias por los caballos, el coche o el paseo? Probablemente puede ser más atractivo ver un carro tirado por estos bellos y atractivos animales, pero así como muchos criticamos el trabajo de los animales en circos, debemos adoptar la misma postura empática de ver un animal que está siendo obligado y sometido a extenuantes jornadas tirando un pesado armatoste, al cual se le suma una cantidad indeterminada de personas.
Ximena Wiesenfeld es Directiva AnimaNaturalis Internacional-Chilechile@animanaturalis.org
Esta soy yo cuando tenía cinco años, y es el primer recuerdo que tengo de ver a un animal triste. Mis papás me subieron al pony de ese carrusel y sentí que algo no estaba bien ahí. Pudo ser la cara de tristeza y lo cabizbajo del animal que hicieron que no me dieran ganas de estar ahí, pero era una niña; se supone que debía sentirme feliz de estar en un parque de diversiones. Quizá la sonrisa de mi foto no muestra del todo mi incomodidad, pero me acuerdo que me puse seria y mi papá sacó la cámara y me dijo: “¡sonríe!” y lo hice, pero de manera forzada.
En promedio, se sabe que un pony de feria amarrado durante horas en este juego da más de mil 500 vueltas al día. Sin contar, además, que este trabajo provoca en aquellos animales desviación vertebral por la baja calidad de las sillas de montar y la poca experiencia de los niños que los montan: al intentar que vayan más rápido, les dan patadas en los costados. A todo esto le sumamos luces de colores y música de alto volumen, lo que trae como consecuencia un gran estrés y hasta sordera en el animal. Por qué no decirlo: un verdadero infierno para ellos; este tipo de trabajo es conocido como tracción a sangre o tracción animal, y es el uso de un animal para arrastrar un carro, arado u otro dispositivo. Pueden ser caballos, burros, bueyes y hasta perros.
En Chile, un caso reciente de tracción animal con perros fue el que constató Alexis Castillo, de Fundación EDRA (Equipo de Rescate Animal), quien fue llamado de Chilevisión para contarle que un cazanoticias les había señalado que en el centro de ski Farellones estaban usando trineos tirados por canes.
Alexis fue personalmente a verificar el hecho, con la predisposición de encontrarse con perros de raza dotados para este tipo de trabajo. Tal vez unos Alaskan Malamute, Siberianos o Samoyedos tirando trineos que cargaran sólo niños, pero el panorama fue distinto. Partiendo por el hecho que la perra denominada “líder” de este sistema no era de ninguna de esas razas, con suerte una mestiza de éstas y que, para colmo, tenía una herida en una de sus patas delanteras (como se aprecia en el siguiente video, donde el mismo Alexis Castillo va evidenciando y narrando las condiciones en que se encuentran los perros, especialmente la hembra).
Castillo además supo que los perros trabajan de 11 AM a 5 PM y que estaban siendo alimentados de forma inferior al gasto de energía que ellos tienen. Además, para descansar no tenían un lugar donde echarse, sólo un montón de paja. Parque Farellones debiese procurar un mínimo de instalaciones para ellos y una estricta supervisión en el recinto, no sólo para el cuidado de los animales, sino además para proteger a los niños de un posible ataque de ellos – no por su agresividad, sino porque dadas las condiciones en que se encuentran, podría generarse una reacción violenta de parte de éstos – .
Como proteccionista animal, Alexis Castillo se dio cuenta de inmediato que se encontraba ante un evidente caso de maltrato, y para él el asunto fue simple: cuando hay dinero de por medio, el bienestar animal puede pasar al olvido con facilidad.
Pasando al caso más conocido y emblemático en nuestro país en lo que a tracción a sangre se refiere, está el de los carros Victoria, tradición que se ha mantenido por más de un siglo en Viña del Mar. Muchos de los caballos fueron importados desde Europa, y en un comienzo su función era ser un medio de transporte, pero con el tiempo pasó a ser parte de una tradición que se ha mantenido como atractivo turístico, especialmente en la época estival.
Actualmente Florencia Trujillo, asesora de la agrupación pro-animal Ecópolis, es una de las personas que lidera el movimiento “Una Victoria para Viña”, y ha tenido la función de denunciar las situaciones de maltrato animal de los caballos de estos coches y de exigir las responsabilidades administrativas que le competen al municipio de Viña del Mar, específicamente a la alcaldesa Virginia Reginato.
Para estos efectos, en febrero de este año se presentó una querella y una demanda contra la Municipalidad de Viña del Mar por las responsabilidades adquiridas al no haber fiscalizado ni sancionado debidamente una seguidilla de infracciones. La ordenanza municipal debiese regular el estado de los caballos y el transporte de pasajeros de las victorias. Si bien la edil, que en ese entonces se manifestó “inflexible en castigar toda acción de abuso animal en Viña del Mar”, Trujillo reclama que los castigos o multas dadas a algunos cocheros que han infringido esta ordenanza, no han sido más que quitarle el permiso de conducción a un cochero. Peor aún, se indicó que se llevarían a uno de los caballos al matadero por no tener recursos para mantenerlo, cuando debiese ser la misma municipalidad quien debiera comprar los caballos confiscados y reubicarlos en un Santuario.
Por otro lado, Hugo Espinoza, Presidente de la Comisión de Espacio Urbano de Viña del Mar, se refiere al tema en representación del municipio. Al respecto, señala que por ahora lo que más les interesa es rebajar la cantidad de carruajes (41 en la actualidad), principalmente porque la ciudad ya no resiste esa cantidad de carros, especialmente en verano. Ya se hace inviable que circulen por las vías troncales, pues producen graves problemas en el tránsito vehicular. Su propuesta sería, entonces, rebajar la cantidad de carros y que éstos circulen por rutas alternativas, donde no produzcan obstrucción en las vías donde hay más afluencia de autos. Además, apunta a la consulta ciudadana y dice que lo más seguro es que para el 2017 se convoque a un plebiscito donde sean los mismos habitantes de la comuna quienes decidan el futuro de las victorias.
Espinoza argumenta que es necesario llegar a un acuerdo entre agrupaciones animalistas y cocheros para tomar una decisión final, y da como excusa principal que los coches son una empresa privada, ajena a la municipalidad y que ellos debieran decidir finalmente de qué manera pretenden seguir funcionando, pero obviamente sí les debiera competer, pues la municipalidad tiene la obligación de acordar las ordenanzas y normas que pueden regular y desenredar este largo conflicto.
Juan Carlos Oróstica, de la ONG AnimalLex y que también es parte del movimiento Una Victoria para Viña, se ha reunido con diversos representantes de los cocheros, entre ellos, Marcelo Larrondo, vocero del gremio. El movimiento les ha propuesto sustituir los caballos por un sistema mecánico, probado en ciudades como Nueva York. Éste consta de un motor eléctrico, con una batería de litio más un manubrio para conducirlo. El alcalde de esta ciudad, Bill de Blasio, acérrimo defensor de los derechos animales, está empeñado en prohibir los coches tirados por caballos. Por el sector del Central Park circulan nada menos que 300 coches y De Blasio está dispuesto a sustituir el uso de equinos por vehículos de época eléctricos.
Por su parte, Larrondo manifiesta tajantemente que los cocheros no quieren sustituir los caballos, ni siquiera por un modelo mecánico, porque según él: “sin el animal, se pierde la tradición”. No están dispuestos a ceder por la sustitución del motor o del cambio de su ruta de recorrido en la transitada Avenida Perú. Sin embargo, tanto Oróstica como Espinoza tienen presente que la cantidad de coches se reducirá, y lo más seguro es que los carruajes circularán en los sectores de la Quinta Vergara, Sausalito y Jardín Botánico, entre otros.
De ser así, en algo podrían estar de acuerdo animalistas y cocheros, y es que a ambos no les satisface esa posible propuesta o solución: al movimiento pro-animal, porque implicaría que no se eliminaría el uso de caballos que tiren los carros, y a los conductores de victorias, porque se reduciría significativamente la cantidad de carruajes y por lo tanto la fuente laboral de muchos cocheros.
Para este 8 de agosto está agendada una audiencia en que se reunirán todas las partes interesadas en llegar a un acuerdo. Finalmente, cabe preguntarse: ¿los turistas y paseantes quieren andar en las victorias por los caballos, el coche o el paseo? Probablemente puede ser más atractivo ver un carro tirado por estos bellos y atractivos animales, pero así como muchos criticamos el trabajo de los animales en circos, debemos adoptar la misma postura empática de ver un animal que está siendo obligado y sometido a extenuantes jornadas tirando un pesado armatoste, al cual se le suma una cantidad indeterminada de personas. Imposible regular todos los detalles que se acerquen al bienestar de cada uno de estos 41 caballos, pues no hay manera de que haya un inspector por cada victoria cuidando que ellos estén bien alimentados, cargando un peso máximo proporcional a su capacidad física y con un tiempo estrictamente regulado recorriendo y cargando este carruaje.
Esperemos también que la Municipalidad de Viña del Mar y su alcaldesa tomen cartas en el asunto y no derive la decisiciones importantes a los cocheros.