El drama de la víctima del bombazo en Escuela Militar a casi dos años del atentado
La Fiscalía, a 23 meses del suceso, cerró la investigación y se preparan para presentar los cargos en contra de los tres imputados: Juan Flores, Nataly Casanova y Enríque Guzmán Amadeo.
A casi dos años del atentado en el SubCentro ubicado en Escuela Militar, esta mañana la Fiscalía Sur comunicó el cierre de la investigación por el caso, por lo que el fiscal Raúl Guzmán se preparará para presentar acusaciones en contra de las tres personas indagadas en el caso: Juan Flores, Nataly Casanova y Enríque Guzmán Amadeo.
Una de las víctimas del hecho ocurrido el 8 de septiembre de 2014, fue Marta Hernández, quien trabajaba como auxiliar cuando detonó el explosivo fabricado con un extintor y pólvora negra que fue activado por un sistema de relojería. Producto de esto, la mujer -de ahora 63 años- se azotó la cadera contra el cemento, resultó con un trauma acústico severo y perdió el dedo medio de la mano derecha.
A 23 meses de lo ocurrido, Hernández fue recién dada de alta el pasado jueves, pero está preocupada porque ya no le pagarán la licencia médica y asegura no estar en condiciones de volver a trabajar.
“No puedo subir escaleras ni bajarlas. Ni siquiera puedo trabajar, porque sería un estorbo, necesito una pensión por invalidez, pero dicen que es una mugre; la mano tampoco la puedo usar mucho, no tengo fuerza”, contó al diario La Cuarta.
Es por eso que exige una indemnización por daños físicos y morales, pero debe esperar a que termine el juicio contra los imputados para poder presentar su demanda civil.
Consultada por si recuerda algo de aquél fatídico día, aseguró que “desperté en el hospital, aquí, no me acuerdo de la ambulancia, no recuerdo nada. El día de la bomba llegué al trabajo, marqué tarjeta, andaba limpiando cuando sentí un ruido pesado, como un temblor, y ahí se me apagó la ampolleta“, confesó.
En ese sentido, y tras las secuelas, reconoció que “me agacho y no me puedo parar, me siento y no me puedo parar. Me gusta lavar la ropa en la tina y me cuesta, porque después no me puedo levantar; tenía los huesitos gastados y con el golpe se dañaron, no me gusta usar lavadora porque si le metes un calcetín, o los cuellos de las camisas, salen igual de sucios. Dejo remojando la ropa, la desmugro y después la cepillo en una tabla y queda limpiecita con agüita caliente”.
Pero eso no ha sido lo único, su familia también le ha dado la espalda, sobre todo luego de que Leonardo Farkas le regalara un millón de pesos. “Con mi familia no he tenido más contacto, sólo unos sobrinos. Mi familia se puso celosa porque Farkas me ayudó con un millón de pesos que usé para pagar mis cuentas”, reveló.