Una leyenda llega a Chile: Iggy Pop

El punk está de moda. El fin de semana pasado tocó PIL en la Blondie, la banda del ex vocalista de los Sex Pistols, Johnny Rotten. El inglés recibió un vaso quebrado directamente en la frente. Si bien, este tipo de actitudes era una práctica habitual en los conciertos de las agrupaciones punkys en los setenta (mas bien, era una estrategia mediática) en la actualidad es retrógrado y agresivo.

En fin, asimismo, la agrupación ligada al punk neoyorkino, Television, se presentó en el Teatro Oriente hace un par de semanas con dos de sus integrantes originales. Por otro lado, este domingo 21 de agosto Joe Strummer, líder de The Clash cumpliría 64 años, razón de sobra para programarlos en las radios y dedicarles micro espacios. A eso le sumamos que el fin de semana la revista Domingo de El Mercurio publicó un artículo sobre la mítica historia del hotel Chelsea de Nueva York, lugar emblemático que hospedó a las estrellas de rock por años y donde supuestamente Sid Vicious –bajista de los Sex Pistols – habría apuñalado a su novia Nancy Spungen.

Del mismo modo, La Tercera publicó un texto sobre la cartelera punk que domina los escenarios santiaguinos actualmente. Y aquí quería llegar, fundamentalmente por la visita del apodado padrino del punk, nada más y nada menos que el señor James Osterberg, más conocido como Iggy Pop.

El mitológico artista, dueño de una de las mejores voces de la historia del rock, debutará en Chile el 10 de Octubre en el Movistar Arena. Pop viene antecedido por su decimoséptimo disco, “Post pop depression”. El músico de 69 años trabajó con el prolífico Josh Homme, productor musical de bandas como Artic Monkeys y líder de los Queens of The Stone Age además de ser parte de los Eagles of Death Metal.

La dupla creó un trabajo de nueve canciones que no duran más de cuarenta minutos. Según ellos no fue intencional, sin embargo la nueva entrega tiene mucho de los dos primeros discos en solitario de Iggy Pop, los sólidos y célebres “The idiot” (1977) y “Lust for life” (1977). Ambas producciones trabajadas junto a su eterno amigo David Bowie en la época en que el líder de The Stooges y el Duque Blanco vivían en Berlín en plan de rehabilitación y de componer álbumes que posteriormente se transformarían en obras maestras de sus respectivas carreras.

Del mismo modo, “Post pop depression” cuenta con la colaboración de Dean Fertita – también miembro de QOTSA – en guitarra, bajo, teclado y piano; mientras que en la batería y coros reclutaron al talentoso Matt Helders de los Artic Monkeys.

En una entrevista con la revista “New Musical Express” (NME) la Iguana, famoso por su torso tonificado del cual presume hasta el día de hoy y mantiene con natación diaria además de una estricta dieta macrobiótica, insinuó que esta entrega podría ser su último trabajo; mejor dicho, que era el término de una etapa. Inmediatamente la prensa mundial afirmó que el oriundo de Michigan, se retiraría de la música.

Si fuese así, sería una partida triunfal. El Vito Corleone del punk, enérgico e indomable como siempre, despide a su inseparable compañero David Bowie. Los sonidos y especialmente los coros suenan como si el creador de Ziggy Sturdust hubiera resucitado. Es inevitable no emocionarse.

“Post pop depression” es un trabajo maduro, honesto y melancólico, pero no por eso menos eléctrico y rockero. La guitarra llega a nuestros oídos de forma sublime, desgarradora y potente; mientras que el bajo tiene un ritmo cadencioso y refinado. Ni hablar del vigor de la batería y la oscuridad del piano. El track de cierre,“Paraguay”, es una obra de arte que exuda nostalgia pero de forma esperanzadora.

Se me viene a la cabeza una secuencia de Iggy Pop en un descapotable roñoso, con su clásica melena al viento y un paisaje desértico de fondo. Hace calor, a pesar de que está atardeciendo. El rockero toma un sorbo de una cerveza en botella y prende un cigarrillo, sube el volumen de la radio y piensa en su pasado. No se arrepiente de nada, hoy es una leyenda de la música gracias al camino recorrido. Mira el horizonte y esboza una sonrisa porque sabe que ha dejado una huella imborrable y a pesar de eso le queda mucho por recorrer. Un cierre magistral.