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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El triste espectáculo de Sebastián Eyzaguirre

"Lo único que queda claro es que este debe ser uno de los espectáculos más tristes y vulgares que se han dado en la televisión chilena".

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Ahí estaba Sebastián “Cuchillo” Eyzaguirre, enrabiado y encarando a su nana porque le había robado. “Yo no soy un NN, yo salgo en la tele”, le gritaba a la mujer que lo miraba asustada y al borde del llanto mientras esta “conversación” era grabada desde una esquina del departamento del “rostro”.

Si quería intimidarla, lo logró. Pero también consiguió demostrar ante todo Chile su ego y la patética manera de ejercer un cierto “poder” que creía tener por salir en la “tele”.

Y es que le habían robado y al parecer eso debía saberlo todo el país. Era tanta la ceguera del ex notero de CQC, que creía que estaba haciendo justicia y desmantelando una gran red de delincuencia, cuando solamente estaba experimentando lo que a toda persona normal le puede pasar, y reacciona, en cambio, de manera adulta.

Eyzaguirre , al contrario, prefirió descargar toda su errada percepción de sí mismo encima de la empleada que lo miraba dándole la importancia que él creía tener. Tal vez eso lo hizo sentir mejor de lo que se siente normalmente en los programas de televisión que conduce y que nadie sabe que existen.

A lo mejor esa mujer fue el mejor y único público que este periodista ha tenido en años. Quizá creyó estar realizando su mejor performance televisiva en mucho tiempo con esa representación de hombre de poder que le hacía a su temerosa espectadora, quien le tomó toda la atención que hace años no le tomaban a su trabajo.

Luego de esto, Sebastián corrió a la televisión, ese lugar que tanta alegría le da, para contar su nueva proeza. Había logrado hacer justicia con él mismo y las cámaras debían relatarlo. Por lo mismo, Chilevisión, ese canal en el que lo irrelevante agarra colores importantes, era el lugar indicado para contar su historia. Para contarle a Chile que todavía existía y que nadie debía meterse con él.

No se sabe si todo esto lo hizo con tal de obtener algo concreto o solamente para mirarse nuevamente en una pantalla importante. Lo único que queda claro es que este debe ser uno de los espectáculos más tristes y vulgares que se han dado en la televisión chilena. Y vaya que hay bastantes por estos días.

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