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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Igualdad, el eslogan de la izquierda se cae a pedazos

Cuando se genera una sociedad de derechos sin deberes es cuando comienzan las grandes crisis económicas y sociales. El Estado tiene un rol fundamental, pero no para reemplazar al mercado o familia, sino que ayudar a través de la recaudación de impuestos a los más necesitados a tener ciertos mínimos dignos de un país en vías de desarrollo.

Por José Francisco Cuevas Vila
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José Francisco Cuevas Vila es Ingeniero Comercial Magister en Economía UNAB -IEDE, Cursando Maestría en Política Económica en el SMC University

Como la izquierda, socialistas y comunistas se vieron superados por los datos sobre superación de pobreza en Chile, había que buscar otro caballo de batalla, y el mejor de todos era la igualdad.

Por tanto con argumentos burdos y políticos neófitos empezaron a insinuar falsos eslogan de que hay ricos porque hay pobres, o que la riqueza de los ricos la obtienen de los pobres, la conocida y antigua “falacia del dogma de Montaigne”, como si la economía fuera un juego de suma 0, donde la torta es de un tamaño y crece cuando crece la economía y la igualdad de oportunidades e incluso de ingresos. A modo de ejemplificar este punto, es importante reflexionar lo siguiente:

-Deben tener la misma cantidad de pacientes un médico excelente (que efectivamente cura a sus pacientes) y uno mediocre (que tiene distintos resultados). Es decir, por buscar la igualdad estaremos perjudicando la salud de otros.

-Debe estar el capital en manos de quién genera mayor retorno o en las manos de quien peor lo invierte. Esa igualdad es deseable, ya que incentiva el derroche de capital.

-Debe tener el mismo ingreso quien dedica más horas de trabajo y horas de estudio, además es más productivo, que quien lo hace en menor medida y es menos productivo. Es eso justo. El ingreso se gana, no se redistribuye.

Cuando se genera una sociedad de derechos sin deberes es cuando comienzan las grandes crisis económicas y sociales. El Estado tiene un rol fundamental, pero no para reemplazar al mercado o familia, sino que ayudar a través de la recaudación de impuestos a los más necesitados a tener ciertos mínimos dignos de un país en vías de desarrollo. Legislar temas colectivos, cumplir un rol fiscalizador del mercado, velar por la igualdad de derechos, preocuparse del funcionamiento del sistema Judicial y tantas otras tareas que impactan en nuestra vida diaria.

Un país serio debe incentivar el esfuerzo individual y el emprendimiento, sin despreocuparse de la solidaridad social pero generando recursos y crecimiento. De lo contrario, es imposible ser solidario ya que los recursos no caen del cielo. Y comenzamos con estados deficitarios y los falsos compromisos, que lamentablemente llevan a los países a alejarse más del desarrollo económico que nos favorece a todos.

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