NO+AFP: una pausa a las consignas
Cuesta entender que haya quienes piden un sistema de reparto pero pongan el grito en el cielo cuando se sugiere que el 5% extra no iría a la cuenta individual sino que a un pilar solidario.
Lucía López es Feminista, Periodista.Conductora de radio y televisión.
Para una ciudadana comprometida, permanecer lejos del bullente movimiento contra las AFP es difícil. Pero ante la rápida atención a una masa indignada, me vi en la obligación de detenerme y pensar en los elementos críticos del modelo y sus supuestas alternativas, y el debate me ha generado varias dudas que procedo a plantear.
La primera que me parece importante de resolver es qué significa “pensión justa” y “pensión digna”, algunas de las frases que más oímos o leemos en las movilizaciones. Hice el ejercicio en mis RRSS y me contestaron cosas como $650 mil o el 90% de un sueldo.
Estoy segura que si preguntamos a un registro más amplio, las respuestas serían tan variadas que me parece clave ponernos de acuerdo en ese punto para saber cómo llegar al objetivo; de lo contrario, será imposible cumplir con las expectativas de la mayoría.
Si anhelamos un porcentaje alto del sueldo no podemos dejar de considerar la calidad de las remuneraciones en Chile. Si no estamos en condiciones de hacer acuerdos para aumentar el sueldo mínimo y mejorar el promedio, difícilmente, podremos asegurar una pensión digna.
Y con respecto a las expectativas sobre este punto, es importante saber que un estudio encargado por la comisión Bravo a la OCDE y publicado por El Mercurio arrojó que los países de la organización obtienen tasas de reemplazo (monto de la pensión que recibe un jubilado relacionado con su último sueldo promedio) superiores a las de Chile y sin las acentuadas brechas de género. Pero estas son de un 30,9% en los tramos bajos de cotización (quienes cotizaron en un 13% de su vida laboral) y un aproximado 52% en los tramos medios altos (quienes cotizaron el 67% de su vida laboral). Lejos del soñado 90%. Cuota de realidad.
Tras los anuncios de la Presidenta para reformar el sistema, los líderes del movimiento NO+AFP cuestionaron como error de fondo la idea de mejorar el funcionamiento de las administradoras pues lo que la ciudadanía quiere es eliminarlas. Pero si las AFP pagaran pensiones altas, no habría problemas con ellas. Surge un nuevo cuestionamiento: ¿que las pensiones sean bajas es únicamente responsabilidad de la existencia de las AFP o hay otros elementos incidentes, además de los sueldos?
Una de las diferencias principales que tenemos con países con mejores cifras de jubilación es que en ellos, el promedio de cotización se acerca al 20% y no al 10% como en Chile (sin considerar las comisiones). Es decir, durante todo el período de vida laboral ahorramos prácticamente, la mitad que los ciudadanos OCDE. Y si al momento de jubilar recibimos 200; ellos, casi 400 (sin considerar brechas salariales). ¿Es eso culpa exclusiva de las AFP? No.
Entonces, resulta necesario el aumento de 10 a 15 puntos porcentuales en la tasa de cotización propuesto por el Gobierno, pero sepamos desde ya que seguiríamos con un déficit comparado. ¿Por qué? Entre otras cosas, porque sólo al mencionar ese 5% adicional, se planteó como posibilidad que los patrones se desligaran del cargo traspasándolo al empleado, afectando aún más su remuneración. Cabe mencionar que en la gran mayoría de los países OCDE, sobre un 50% de las cotizaciones son de cargo del empleador. En Chile, la responsabilidad recae exclusivamente en el trabajador.
Con una posición ventajosa, el compromiso de los empresarios en este proceso es fundamental. Son los primeros llamados al acuerdo nacional. Cuando el mundo empresarial pareciera tener de lema estrujar al máximo el aquí y el ahora, aportando poco y nada de vuelta, estando lejos de la filantropía, del destinar fondos a la investigación, al desarrollo de nuevas tecnologías, al deporte, a las artes (conductas que sí se ven en otros estados, ya sea por voluntad o porque los impuestos a las fortunas y sus herencias son más altos y menos esquivables que en Chile), es necesario que se pongan la mano en el corazón y dejen de comportarse como devoradores del ecosistema sino quieren que el mismo implosione.
El llamado a acuerdo de la Presidenta, también pasa por el compromiso de las AFP de realizar algo que prácticamente no han hecho en estos 30 años, mientras pudieron sacarle todo el jugo que podían al sistema preocupándose escasamente de cómo mejorarlo para no llegar a esta crisis. Darse con una piedra en el pecho ante la nueva oportunidad de hacer las cosas bien, con el bienestar del pensionado como el gran objetivo, debiera obligarlos a eliminar o bajar las comisiones y costos para el cotizante y optimizar sus resultados. A funcionar como una prestadora que se preocupa de mejorar el servicio y en el que “las pérdidas no sean un negocio para nadie”, como señaló Bachelet.
Y mientras esperamos la respuesta de la elite manifestada a través de un buen grupo de la clase política, el compromiso de los ciudadanos debiera partir por ponerle pausa a la consigna y realizar un ejercicio de reflexión y sinceramiento antes de optar por una alternativa. Por ejemplo, cuesta entender que haya quienes piden un sistema de reparto pero pongan el grito en el cielo cuando se sugiere que el 5% extra no iría a la cuenta individual sino que a un pilar solidario.
Cuánto estamos dispuestos a pedir y cuánto a dar me parece una definición clave al inicio de un debate, mucho antes de apostar por un modelo. Qué es lo que esperamos de un buen sistema de pensiones, sin frases ambiguas sino que con expectativas claras y dispuestas a ser debatidas es lo primero a poner sobre la mesa. Cuán dispuestos están los independientes a contribuir al fondo de pensiones. Cómo son las jubilaciones en otros países y cuáles los beneficios sociales que el Estado otorga, en paralelo, a las personas de la tercera y cuarta edad. Queremos un modelo de pensiones que refleje lo que cada persona ahorró durante su vida laboral o queremos un sistema equitativo en el que quepan todos en igualdad de condiciones, incluso, quienes no trabajaron ni cotizaron por diferentes motivos. Finalmente ¿Cuáles son tus expectativas de una pensión digna?, ¿Son alcanzables para un país como el nuestro?, ¿Cuán dispuesto estás a dejar de percibir hoy por asegurar una mejor jubilación para mañana?, ¿Cuán dispuesto estás a aportar en las cotizaciones de un empleado para contribuir en la equidad y estabilidad social?
Volver a decir No+AFP sin haberse respondido estas y otras interrogantes, podría ser un peligroso simplismo. El movimiento que ha llevado gente a la calle ha sido gravitante en instalar una discusión importante y urgente para el país. Pero estoy segura que esa discusión requiere de una conversación más profunda, alejada de las emociones y las consignas, para no encontrarnos en unos años más, con el mismo o peor estado de situación.