Lo que está en juego en las próximas elecciones de federaciones universitarias
Lo que está en juego en este ciclo de elecciones de federaciones –y particularmente en las próximas elecciones de la FECh– es un cambio de sentido al movimiento universitario: un cambio de sentido que signifique recuperar la fuerza en el debate nacional (disputando en cada uno de los espacios el avance de nuestras demandas), recuperar la sintonía con la ciudadanía (condenando la violencia, pero también innovando con nuestras formas de movilizarnos) y recuperar la sintonía con nuestras propias bases.
Javiera Reyes es Economista U. de Chile, estudiante de magister, Presidenta Ceic 2014 y vicepresidenta FECh 2015 y 2016.
Las últimas semanas han evidenciado el real estado del movimiento estudiantil: marchas no convocantes, alejamiento de la ciudadanía, discusiones estériles y redundantes y nula incidencia en el debate de la reforma. La realidad se presenta de forma tan porfiada, que hasta los dirigentes de las fuerzas de conducción de la Confech han esbozado una autocrítica a cómo se han hecho las cosas este año.
La autocrítica de las fuerzas de conducción apuntó en dos direcciones. Por un lado criticar la posición ambigua de la Confech respecto a la condena de los hechos de violencia y por otro criticar a la “imposibilidad de tomar decisiones dentro del movimiento” a propósito de la disputa política que se da dentro de la organización estudiantil.
Aun cuando la autocrítica por parte de dirigentes de la Confech es valorable, resulta insuficiente si es que esta autocrítica no se realiza también al rol que ha tenido el movimiento universitario en la discusión de la reforma. Los problemas de legitimidad de la Confech con la ciudadanía y la falta de peso que ha tenido en la discusión educacional, pasan principalmente por la incapacidad que hemos tenido los universitarios para disputar los contenidos de la reforma en una perspectiva de triunfo para los miles de estudiantes a los que representamos.
Cuando no hay objetivos claros en la disputa política, cuando la ciudadanía y nuestros compañeros no tienen claro que es lo que pretendemos al marchar semana a semana y cuando nosotros mismos nos cerramos espacios para seguir disputando transformaciones en el marco de la reforma educacional, estamos condenándonos a reproducir las mismas debilidades que hoy nos tienen en el peor momento del movimiento universitario de estos últimos 5 años.
Es necesario una conducción del movimiento universitario que no sea autocomplaciente con el estado del movimiento estudiantil, sino que -atendiendo a las causas estructurales- sea capaz de terminar con la falta de incidencia en el debate nacional y con el divorcio de la Confech con ciudadanía y los estudiantes.
Durante estos últimos años, distintas fuerzas políticas han ganado federaciones prometiendo mayor radicalidad frente a las reformas del gobierno. Han estado en las vocerías de la Confech y aun teniendo mayorías en los espacios de debate del movimiento estudiantil, la radicalidad y el fortalecimiento del movimiento estudiantil no llega. Se han llamado de diferentes formas: dijeron que eran “el segundo tiempo del movimiento estudiantil”, se autodenominaron “bloque de conducción” y ahora cargan con un nuevo nombre: “frente amplio”.
Aun cuando los nombres sean distintos, los estudiantes ya sabemos quiénes son y qué es lo que pueden y no pueden hacer en la conducción del movimiento estudiantil. No son ninguna novedad, y lo que le vienen a proponer al movimiento estudiantil es un año más de lo mismo.
Lo que está en juego en este ciclo de elecciones de federaciones –y particularmente en las próximas elecciones de la FECh– es un cambio de sentido al movimiento universitario: un cambio de sentido que signifique recuperar la fuerza en el debate nacional (disputando en cada uno de los espacios el avance de nuestras demandas), recuperar la sintonía con la ciudadanía (condenando la violencia, pero también innovando con nuestras formas de movilizarnos) y recuperar la sintonía con nuestras propias bases.
No podemos confiar en los de siempre para que hagan cosas que no han podido hacer estos últimos 5 años. Es necesario construir una alternativa que se ponga a disposición de cambiar el rol del movimiento universitario y que este apunte a concretar transformaciones profundas en educación hoy, no en 10, 15 o 20 años. Una alternativa que le cambie la cara a la Confech. Una alternativa con vinculación con el movimiento social, con perspectiva de mayorías y con vocación de triunfo para nuestro movimiento.