Participación ciudadana libre de barreras
Para superar en buena medida la baja participación ciudadana, falta la voluntad de la autoridad de realmente integrar la sociedad civil a la toma de decisiones en todos los ámbitos de política pública y asegurar a potenciales electores un cambio sencillo y directo que les permita influenciar la política desde la esfera del bien común. Mientras este camino esté lleno de barreras y barricadas, no seremos capaces de aumentar los niveles de participación electoral ni de reencantar al ciudadano a pie de participar.
Paulina Ibarra es Presidenta Ejecutiva y cofundadora de Fundación Multitudes. Master of Arts en Comunicaciones de Georgetown University. Experta en participación ciudadana, gobierno abierto y transparencia. Fue asesora de Comunicación y Gobierno Abierto de la administración del Presidente Barack Obama y Oficial de Comunicaciones del Banco Mundial. Asimismo, fue consultora en Comunicación para el Desarrollo y Gobierno Abierto en múltiples organizaciones multilaterales.
El gran debate en estos días es si la participación electoral en los comicios del domingo será mayor a menor a la registrada en las pasadas elecciones. Una duda atingente y natural cuando hay una tendencia reiterada a la baja en los últimos años y no solo en Chile, sino que en buena parte de las democracias de la región.
En el caso local, la contingencia política ha tenido un alto impacto en esta desafección y declive participativo y se puede atribuir a múltiples razones y perspectivas. Desde la teoría democrática, la respuesta es clara y de larga data. Los gobiernos deben ser sensibles y responder a las necesidades de los ciudadanos como una consecuencia de la participación ciudadana. Esta participación se puede llevar a cabo a través de elecciones, movimientos políticos, deliberación pública, lobby ciudadano y otros mecanismos efectivamente participativos. Y para que estos mecanismos funcionen democráticamente, todos aquellos que somos beneficiarios o afectados por políticas públicas debemos tener la misma oportunidad de influir en la toma de decisiones. También para esto, el gobierno debiera tener interés en ser influenciado para mejorar los resultados de las políticas…
Desde el punto de vista de la normativa, el gobierno está en un déficit democrático cuando los acuerdos políticos no cumplen con las expectativas sociales en cuanto a que la participación ciudadana irá en paralelo a la capacidad de respuesta del gobierno. Desde el punto de vista empírico… los gobiernos están con déficits de participación cuando como ciudadanos no creemos que podemos intervenir o influenciar efectivamente en asuntos públicos. Y desde un punto de vista funcional, los gobiernos están en déficit democrático cuando no son capaces de generar la legitimidad democrática mínima que se necesita para gobernar. Y esta es la situación en la que Chile se encuentra el día de hoy.
Con todo lo anterior es importante distinguir y también relacionar la participación ciudadana a la participación electoral. La participación electoral disminuye en la medida en que la participación ciudadana no encuentra su nicho en el gobierno. Es ahí donde se crean los reales déficits de democracia en nuestro país.
La preocupación por la participación electoral de este domingo debiera observarse como un proceso natural dada la falta de voluntad de la autoridad –local, regional, central- de llevar a cabo mecanismos participativos igualitarios en los últimos dos años. Las disputas entre ciudadanía, sociedad civil y gobierno en temas de desarrollo de proyectos de ley, reformas y políticas públicas, han dejado al descubierto grandes falencias en la igualdad de la cancha de juego y en el acceso a los procesos de toma de decisiones.
Para superar los déficits de participación electoral hay múltiples soluciones aplicables. Desde un cambio en el sistema electoral (vimos como fuimos del voto obligatorio al voluntario y este año ya estamos discutiendo si debiéramos volver a esa ruta) hasta la mejora de los procesos de fiscalización y auditoria social. Para superar en buena medida la baja participación ciudadana, falta la voluntad de la autoridad de realmente integrar la sociedad civil a la toma de decisiones en todos los ámbitos de política pública y asegurar a potenciales electores un cambio sencillo y directo que les permita influenciar la política desde la esfera del bien común. Mientras este camino esté lleno de barreras y barricadas, no seremos capaces de aumentar los niveles de participación electoral ni de reencantar al ciudadano a pie de participar.