Mensaje para la Revista Cáñamo
"Se ponen tan insultantes que pareciera como que estuvieran bajo la influencia de alguna droga".
Mario Waissbluth es Ingeniero Civil Químico, Universidad de Chile. Ph. D. en Ingeniería de la Universidad de Wisconsin. Es profesor del Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile, ex miembro del Consejo de Alta Dirección Pública y Director Académico del Centro de Sistemas Públicos de la Universidad de Chile.
Dado que no estoy en Twitter, y que esta revista, a la que respeto en su derecho a la libertad de expresión, me lanza dardos por esa vía, me limito a contestarles con una cita, que agradeceré a alguno de mis seguidores hacerles llegar, o a lo menos reproducir su link en Twitter, así como compartir en Facebook:
“Un equipo de investigadores, dirigido por la profesora Madeline Meier de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, Estados Unidos, analizó el impacto del uso de marihuana en varias funciones neuropsicológicas de 1.037 individuos nacidos entre 1972 y 1973. Los científicos siguieron a los participantes hasta que cumplieron 38 años, realizándoles entrevistas y estudios periódicos. Tomaron en cuenta factores como dependencia de alcohol y/o al tabaco, uso de otras drogas y nivel de educación. En otras palabras, eliminaron las correlaciones cruzadas que pudiera haber con el consumo de otras drogas o factores sociales
AL EVALUAR TODOS LOS CASOS, ENCONTRARON QUE LOS PARTICIPANTES QUE HABIAN USADO PERSISTENTEMENTE MARIHUANA MOSTRABAN UN AMPLIO DETERIORO EN VARIAS AREAS NEUROPSICOLOGICAS, COMO FUNCIONAMIENTO COGNITIVO, LA ATENCION Y LA MEMORIA.
Quienes habían usado la droga al menos cuatro veces a la semana, año tras año, durante su adolescencia, sus 20 años y, en algunos casos, sus 30 años, mostraron una reducción en su coeficiente intelectual. La relación, concluye el estudio, es inapelable: cuanto más fumaba el individuo, mayor la pérdida en el CI.
Uno de los puntos mas importantes del estudio fue demostrar que el daño era IRREVERSIBLE. Al dejar de usarla o reducir su uso no lograron restaurar completamente su pérdida de CI. Es decir, los efectos neurotóxicos son clarísimos y el daño es permanente.
El estudio fue publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), una revista arbitrada y de las más prestigiadas del mundo médico. Robin Murray, profesor de psiquiatría del King’s College de Londres, explicó que el estudio es “una investigación extraordinaria. Es probablemente el grupo de individuos que ha sido más intensamente estudiado en el mundo y, por lo tanto, los datos son muy buenos. Hay muchos informes anecdóticos de que los usuarios de marihuana tienden a ser menos exitosos en sus logros educativos, matrimonios y ocupaciones. Este estudio ofrece una explicación de por qué puede ocurrir”.
Estimados editores de la Revista Cáñamo:
1. Creo que el artículo anexo muestra suficiente evidencia del gravísimo daño que esta droga puede causar cuando hay consumo sostenido en la adolescencia, más aun ahora que hay variedades de mayor concentración de THC de aquellas cuando se hizo este estudio. Esa es toda la preocupación que he manifestado e intento manifestar. En ese contexto, creo que cualquier medida que facilite este consumo en adolescentes, incluyendo el autocultivo, pero también la exaltación absurda que algunos hacen de esta droga, y las señales sociales que se transmiten al respecto, le están haciendo un grave daño a la sociedad chilena.
2. Me parece francamente preocupante que ustedes -con una soberbia incomprensible – hayan escogido ignorar las recomendaciones del Colegio Médico, del Colegio de Psiquiatras, y de prácticamente todos los especialistas médicos de Chile que han opinado en este mismo sentido en torno a la marihuana. Se ha creado en Chile una “ideología intransigente pro marihuana” que me parece preocupante, y a la cual ustedes contribuyen significativamente. Es francamente asustante ver la tendencia en el consumo -porcentaje de la población escolar adolescente que consumió cannabis durante el último año- de Chile comparada con otros países. Entre 1999 y 2009 estábamos en torno al 15% y estables, pero entre 2009 y 2013 el porcentaje se duplicó, pasando al 30%. En cambio, en los países escandinavos el consumo está estable y en niveles mucho más bajos (5% en Suecia, 10% en Finlandia). En el Reino Unido viene cayendo, desde niveles altos hace un par de décadas a niveles menores que los nuestros. En Uruguay, en cambio, viene subiendo rápido luego de la legalización, aunque el nivel todavía es inferior al de Chile.
3. Por supuesto, creo que otras drogas, en particular alcohol y tabaco, son perniciosas (cómo no, si sufro de cáncer a la vejiga por razón de haber fumado hasta los 40), y me parece extremadamente preocupante que tengamos la ingesta de alcohol más alta de América Latina. Pero al menos, sobre estas dos drogas hay campañas gubernamentales de prevención, señales en las cajetillas, y no como en este caso, una señal comunicacional en el sentido inverso que transmiten muchos sectores, incluida vuestra revista. Que curioso que no exista una revista llamada “Alcohol”, u otra llamada “Tabaco”.
4. No soy un “prohibicionista”, y no tengo obstáculo en que los adultos comiencen a fumar o consumir cannabis en dosis moderadas, después de los 21 años. Si de mi dependiera, dejaría absolutamente libre ese consumo, ojalá se vendiera en farmacias, pero a la inversa, como en USA, prohibiría y sancionaría estrictamente el consumo de cualquier droga, incluido alcohol, antes de esa edad, como ocurre por ejemplo en USA con el alcohol.
5. No tengo ningún problema con el uso de cannabis como medicina, pero ojalá este consumo se hiciera por medio de medicamentos debidamente autorizados.
6. No tengo intención de persistir en esta polémica, que he visto que logra sacar de quicio a muchos. Se ponen tan insultantes que pareciera como que estuvieran bajo la influencia de alguna droga.