Estudio muestra que contaminación puede afectar las capacidades cognitivas y relacionarse al Parkinson y Alzheimer
Una investigación liderada por la doctora en toxicología de la Universidad del Valle de México, Lilian Calderón, reveló que las partículas presentes en el aire contaminado afectan al cerebro.
En las ciudades caracterizadas por la contaminación atmosférica, la población se expone no sólo a enfermedades respiratorias, sino a nocivos efectos que operan de forma silenciosa y que afectan directamente al sistema nervioso central.
Ese fue el tema que abordó Lilian Calderón, experta mundial y doctora en Toxicología y académica de la Universidad del Valle de Méxic, en el simposio “Cerebro en la Ciudad”, organizado por el Centro de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Andrés Bello y que corresponde a un actividad colaborativa entre ambas universidades por formar parte de la red Laureate.
En su exposición llamada “Efectos de contaminación del aire sobre la memoria y coeficiente intelectual de los humanos’, Calderón dejó en evidencia los efectos crónicos de la exposición sistemática al esmog, lo que se traduce –entre algunos casos- en la disminución del coeficiente intelectual o de la memoria en niños, infartos cerebrales y al miocardio, y también Alzheimer y Parkinson.
La académica de la UNAB, Briggite van Zundert, también presente en el Simposio, explicó que en el estudio hecho en Ciudad de Mexico se analizaron autopsias de personas sanas que murieron jóvenes por algún accidente y que no tenían ninguna enfermedad. Y que en estas personas se pudo observar un montón nanopartículas de contaminación, que son tan pequeñas como un virus o una bacteria, acumuladas en el cerebro.
Van Zundert explica que estas nanopartículas llegan al cerebro a través de la respiración nasal o a través de la sangre. “Ambas formas producen una inflamación”, agrega. “Si tú miras el cerebro de personas expuestas a altos niveles de polución, estas personas tienen las mismas marcas patológicas que quienes tienen Alzheimer, Parkinson u otras enfermedades. Y estas marcas no deberían estar jamás en el cerebro de personas que no tienen esas enfermedades. Es muy alarmante que gente de 14 años o 25 años tengan esas marcas en su cerebro. Y la correlación es directa con la cantidad de partículas de polución encontradas”, explica.
Lilian Calderón dijo: “Las lesiones se observan en el bulbo olfatorio, en el lóbulo pre frontal y en el hipocampo. Esto explicaría por qué mucha gente que está expuesta a contaminantes en grandes ciudades como la suya (Santiago) y la nuestra (Ciudad de México) se quejan de problemas de memoria”.
Es el paciente que le dice a uno ‘no recuerdo qué comí ayer’ o ‘se me olvidan las llaves de mi casa'”, dice. “Se trata de gente joven, no una persona de 80 años de edad, sino de alguien de 30 años que olvidó lo que le dijeron hace 5 segundos”, explica la académica, quien luego explicó que en cierto tipo de personas las lesiones producidas por las nanopartículas pueden catalizar el desarrollo de enfermedades como Alzheimer o Parkinson.
Ante ello, Lilian Calderón dice que se debe estudiar “no sólo el número sino también la composición química, orgánica e inorgánica de estas nanopartículas, porque eso nos da una idea de qué tipo de partícula no estamos enfrentando”.
Derivadas de la combustión de las industrias y del transporte público principalmente, las partículas finas tienen la capacidad de viajar hasta mil kilómetros, condición por la que aumenta el nivel de exposición de las personas a nivel respiratorio y cognitivo. Considerando la presencia constante de polución en Santiago y en ciudades del sur, para la toxicóloga se hace necesario hacer estudios en Chile que profundicen en dicha materia.