Áreas Verdes y Deporte: Desafío Actual para la Ciudad
La presencia de espacios verdes urbanos en las ciudades constituye uno de los aspectos que mide la calidad de vida de los ciudadanos. Más allá de lo estético, la naturaleza urbana es un elemento integrador del quehacer cultural, social y familiar.
Diego Croquevielle es Gerente General Proyecto Santa Elena
Las áreas verdes son espacios esenciales para la calidad de vida de las personas. El avance de la urbanización en la Región Metropolitana ha impactado su condición ambiental, y resulta fundamental proteger, conservar e incrementar los entornos naturales, pues éstos nutren de oxígeno a las ciudades y proporcionan zonas de esparcimiento.
El cuidado, preservación y mantención de las áreas verdes requiere del compromiso tanto de la sociedad, como de las entidades gubernamentales y, por cierto, de los privados. El desafío es lograr que las áreas verdes se integren a la planificación urbana moderna, a través de un manejo adecuado que impida la transformación del paisaje.
No cabe duda. Hay consenso en que necesitamos más áreas verdes. La vegetación tiene un valor incalculable y múltiples beneficios. Favorece el contacto con la naturaleza, la preservación ecológica, permeabilidad para las aguas lluvias, ayuda a la descontaminación, práctica del deporte y la vida familiar al aire libre.
En efecto, el fomento de la vida sana es parte de los grandes cambios culturales que se evidencian en Chile desde hace años. Las personas poseen mayor conciencia de la importancia del cuidado de la salud física y mental, aprovechando los espacios naturales que ofrece la ciudad.
La presencia de espacios verdes urbanos en las ciudades constituye uno de los aspectos que mide la calidad de vida de los ciudadanos. Más allá de lo estético, la naturaleza urbana es un elemento integrador del quehacer cultural, social y familiar.
El desafío, entonces, es aumentar las superficies verdes tanto públicas como privadas, poniendo a disposición lugares atractivos y recreativos.
En sintonía con esta realidad, las inmobiliarias también han asumido el compromiso con el crecimiento sostenible, diseñando proyectos residenciales más armónicos, que combinan una propuesta integral de viviendas con el desarrollo de áreas verdes, parques, jardines, reservas ecológicas y áreas protegidas.
Ejemplo de esta nueva mirada, es el proyecto Santa Elena de Chicureo, que no sólo ha potenciado las áreas verdes propias de sus barrios, sino también su inigualable entorno natural, con el fin de ofrecer un estándar superior de vida a sus residentes y, al mismo tiempo, promover una vida saludable.
Su variada topografía comprende un valle que ofrece hermosas vistas panorámicas, quebradas húmedas con rica vegetación y fauna e imponentes farellones del Cerro Caletones, en cuyas paredes hay abundante anidación de aves.
En orden a fortalecer el pulmón verde de la capital y para aprovechar estas condiciones naturales, el proyecto ha habilitado senderos para realizar paseos, trekking y la práctica de mountainbike, atrayendo a muchas familias y aficionados que disfrutan del contacto con la naturaleza. Cada una de las excursiones, donde el paisaje juega un papel protagónico, está abierta al público los fines de semana.
Este desarrollo, además, suma 69 m2 de áreas verdes por habitante. Lo que supera con creces el estándar de 9 m2 por habitante que recomienda la OMS y el promedio de 3,46 m2 que posee el Gran Santiago, según datos del informe sobre política urbana realizado por la OCDE.
Una vez finalizado, el proyecto alcanzará un total de 38 hectáreas de parques y plazas vecinales, 33 hectáreas áreas verdes interiores, más 211 hectáreas de zonas de preservación.
Como desarrolladores inmobiliarios nos sentimos llamados a promover una nueva forma de entender la naturaleza y a la valoración real de los espacios verdes urbanos, para así, aspirar a un desarrollo sostenible, atendiendo las necesidades habitacionales de la población sin comprometer el medioambiente.