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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Muñeca inflable Asexma: la culpa es nuestra

"Es la evidencia clara de que estamos comandados por una elite rica en influencia y poder, pero sumamente pobre y carente de sofisticación de toda índole".

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Para “estimular la economía”. Ese fue el argumento del grupo de empresarios Asexma para entregarle una muñeca inflable al ministro del área, Luis Felipe Céspedes, en un acto que provocó un gran estallido de sensaciones y reclamos ante la clase empresarial, una vez que comenzaron a circular las imágenes del momento en que altos ejecutivos y algunos presidenciables se reían por la broma como si estuvieran en un asado con sus amigos.

Porque eso parecía. Era un momento de relajo en el que quienes tienen cierto poder estaban jugando a ser machos, varones, hombres con risa fuerte al contar chistes burdos y fomes, como si eso reafirmara dicho poder, despojándose así de todo rastro de inteligencia.

Por lo mismo, ¿no es preocupante, más allá de toda escandalización colectiva, que estos sean los tipos que deciden qué es lo correcto? Es decir, ¿no es bastante triste que tengamos a niños de sexto básico definiendo lo que debe o no hacerse en Chile? A mí me parece que sí. E incluso podría ir más allá y preguntarme cómo es posible que sean ellos los que tienen la hegemonía del pensamiento.

Es que lo sucedido en el evento anual de Asexma, si es que nos detenemos y pensamos más allá de los lugares comunes y la politiquería correcta que surge por estos días, es la evidencia clara de que estamos comandados por una elite rica en influencia y poder, pero sumamente pobre y carente de sofisticación de toda índole. Ya que a este grupo de señorones regordetes todavía les parecen divertidas “bromas” que muchos dejamos de hacer a eso de los catorce años, si es que alguna vez las hicimos, no por que seamos hombres perfectos, sino porque además el chiste es malo.

Conocido esto, ¿acaso no es otra demostración de que hay un sector que perdió la batalla cultural de puro gusto? ¿No es más que evidente que el habernos dejado ganar por gente que básicamente no piensa es exclusivamente responsabilidad nuestra? Yo vuelvo a responder que sí, que en vez que quejarnos y llorar de manera para buscar así fáciles aplausos, lo más sincero sería admitir que esa gente está arriba porque nosotros decidimos mirar hacia el lado. Porque nos creímos el cuento de que el dinero hacía la felicidad y también construía la inteligencia. Pero sobre todo por haber decidido, muchas veces conscientemente, darles el poder que tienen con nuestro silencio; con el hecho de haber estado atentos a sus eventos y a sus declaraciones oficiales como si fueran la Biblia de nuestro sistema político-económico, y así haber bajado la cabeza cuando determinaban qué era o no posible.

Si es que hubiera sectores que dejaran de ver desde la perspectiva de la víctima este hecho, quizá podríamos encontrar una gran oportunidad en lo sucedido, y así comprender quiénes son realmente los que están arriba. Lo que nos hará entender que ganarles es más fácil de lo que pensamos.

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