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24 de Febrero de 2017

Economist desmenuza por qué los chilenos detestan a los líderes en los negocios

El artículo aborda el caso de Andrónico Luksic y el por qué existe “resentimiento contra su muy unida elite”.

Por Redacción
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Andrónico Luksic cambió su habitual hermetismo, en la cúspide de su grupo familiar de negocios Quiñenco, matriz a través de la cual controlan el Banco de Chile y CCU, entre otras firmas, y ahora, como cualquier chileno –pero poderoso- usa Twitter para conversar de uno a uno con otras personas.

El 2016 de Luksic fue bastante particular, parte el artículo “Apaleando billonarios”, publicado por The Economist, que aborda justamente por qué a los chilenos no les gustan los líderes de negocios.

Este 2016 tan raro para el empresario de origen croata estuvo marcado por su agridulce victoria judicial contra Gaspar Rivas, que lo trató de “criminal” e “hijo de puta”. Días antes de su fallo favorable, el empresario fue funado por un grupo de manifestantes en contra de una central hidroeléctrica en el sector de San José de Maipo, en el que si bien Luksic tenía participación minoritaria, se erigía como representante del repudiado proyecto.

Los plutócratas son impopulares en muchos lugares, pero los chilenos parecen apreciar a los suyos con particular sospecha. MORI, una firma de encuestas, preguntó a los chilenos en el 2015 que eligieran cuál de los cinco centros de poder tenía más influencia: 59% eligió a los hombres de negocios sobre el gobierno, la presidencia, el congreso y los medios”, continúa la nota, que después menciona que los chilenos a menudo dicen que “siete familias ‘son dueñas’ del país”.

Luego, la publicación destaca que Chile es el país más moderno de Latinoamérica, que todo funciona relativamente bien, pese a que la igualdad en los ingresos aún no llega.

Posteriormente abordan resumidamente la historia de Luksic: “nieto de inmigrante croata y heredera boliviana que se asentó en Antofagasta hace un siglo, como es típico en su clase. Atendió el Grange, un exclusivo colegio privado en Santiago”, y abordan que hicieron su fortuna desde la minería, luego la banca, carga, medios, bebidas, energía y manufacturas.

Algunos de los proyectos atraen hostilidad. Los ambientalistas dicen que los proyectos del grupo en minería y energía dañan el ambiente, en tanto que muchos chilenos creen que los empresarios del país, como Luksic, debieran pagar más impuestos. “Los periodistas dicen que (Luksic) ejerce una indisputada influencia. Su banco hizo un gran préstamo a una compañía de propiedad de la nuera de la Presidenta después de que se reunió con ella; después él se disculpó. Estas conexiones alimentan las sospechas de los chilenos de que las grandes decisiones se toman con una botella de Carmeère o un juego de golf”.

Los casos de colusión sustancian estas sospechas. Se mencionan los carteles del papel, de los pollos y de las farmacias. Y más encima la publicación expone lo ocurrido con el presidente de Asexma, Roberto Fantuzzi, cuando le regaló una muñeca inflable al ministro de Economía, sugiriéndole que “estimulara la economía”. Las fotografías “confirmaron la visión de los chilenos de su élite empresarial como un club de chicos fuera de tono con las normas modernas”.

Pese a que el señor Luksic cree que ha sido difamado injustamente, admite que él y su tipo tienen un problema. Después de que el político lo difamó en abril él contestó con un video de Youtube, una táctica inusual para alguien que generalmente rehúye estar en el foco. En tanto denunciaba a su acusador, él también confesaba que ‘hemos cometido errores… tenemos que ser mucho más rigurosos en cómo nos comportamos’. Él hablaba sobre su negocio, pero sonaba como un mea culpa de los negocios chilenos en su totalidad”.

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