Historia increíble: forenses lograron esclarecer un homicidio ocurrido hace más de 5.000 años
Alexander Horn, detective inspector de la Policía de Munich, logró descifrar lo ocurrido con Ötzi, un hombre que vivió en el 3.300 a.C.
Alexander Horn, detective inspector de la Policía de Munich, fue contactado por la Angelika Fleckinger, directora del Museo de Arqueología del Sur del Tirol, en Bolzano, Italia, para anunciarle algo que cambió su carrera para siempre: “Tengo el caso más antiguo del mundo y es todo suyo”.
Se trata de lo ocurrido con Ötzi, o más conocido como El Hombre de Hielo, quien fue encontrado en 1991 siendo catalogado como la momia mejor preservada que se haya encontrado jamás. Es que su cuerpo quedó congelado en un glaciar en el norte de Italia, cerca de la frontera con Austria, hasta que el calentamiento global lo derritió por completo.
En 2001, y gracias a una radiografía, se pudo descubrir que este hombre perteneciente a la Edad del Cobre murió a causa de una flecha en su espalda, justo debajo del hombro. Pero ahora, gracias al trabajo de Horn, pudieron reconstruir lo que ocurrió aproximadamente en el año 3.300 a.C.
El hielo no solo congeló a Ötzi, sino que también logró preservar su piel y sus órganos. “Imagina que podemos saber el contenido que tenía en su estómago esta persona hace 5.000 años“, dijo el detective, agregando que “muchas veces no podemos saberlo con alguien que murió hace pocos días”.
Gracias a esos datos, se ha podido precisar lo que ocurrió con este hombre de 1,65 metros (altura promedio en su tiempo), que pesaba 50 kilos, con ojos marrones y cabello castaño oscuro, y un tamaño de 7 pies y medio. Tenía alrededor de unos 45 años, con lo que era un hombre de edad para el Neolítico tardío, pero aún así se mantenía en buen estado físico, publicó el portal Infobae.
Esto último dio cuenta de que era un hombre que caminaba mucho, pero no tenía un cuerpo muy desarrollado físicamente. Sus manos pequeñas, además, dieron cuenta de que no era una persona que trabajara manualmente.
Con la ayuda de especialistas poco convencionales en arqueobotánica y paleometalurgia, se logró encontrar rastros de polen en su tubo digestivo, por lo que su muerte data en algún momento de fines de la primavera o principios del verano. En sus últimos días consumió tres comidas distintas, descendió desde una altura de unos 2.000 metros hasta el valle y luego volvió a subir, llegando a los 3.200 metros de altura donde fue encontrado.
Junto con eso, encontraron otra herida prominente, además de la que estaba en la espalda. Se trataba de un corte profundo en la mano derecha entre el pulgar y el índice, hasta el hueso y potencialmente incapacitante, la que habría ocurrido dos días antes de su muerte.
La teoría de Horn ante estos datos, es que Ötzi al bajar a la aldea, se enfrascó en una violenta pelea en la que, a pesar de esa “herida defensiva” muy profunda en la mano, “lo interesante es que no se le encontraron otras lesiones en el cuerpo, ni hematomas importantes ni heridas de puñaladas, así que probablemente fue el ganador de esa pelea, incluso posiblemente mató a la persona que trató de atacarlo“.
Luego, el hombre volvió a las montañas, provisto de alimentos y brasas para el fuego envueltas en hojas, en una mochila con marco de madera. En cuanto a armas, solo tenía una daga junto con un bastón para confeccionar un arco que no estaba terminado y un bolso con piel de venado donde llevaba una docena de flechas, de las que sólo dos estaban ya terminadas con sus puntas.
Al llegar a los 3.200 metros de altura, se instaló con sus cosas y se sentó para una última comida. “Aproximadamente media hora antes de su muerte, estaba teniendo una comida adecuada, incluso bastante pesada“, señaló el inspector. Media hora después de haber terminado, el asesino le disparó en la espalda desde una distancia de casi 30 metros. La flecha alcanzó a pasar por debajo de la axila izquierda y desgarrándose a través de una sección de su arteria subclavia, una herida fatal que probablemente no hubiese sido tratable incluso en tiempos modernos, sostuvieron al medio.
“El objetivo del delincuente era matarlo, y decide hacerlo con un tiro de larga distancia, en lo que podría ser una venganza por lo ocurrido uno o dos días antes”, indicó el inspector Horn, agregando que “es más o menos lo mismo que se ve hoy en día. La mayoría de los homicidios son personales y como consecuencia de una escalada de la violencia. ‘Quiero seguirlo, encontrarlo y matarlo’. Todas las emociones que tenemos en el homicidio, estas cosas no han desaparecido en todos estos años“.
Aunque pudo dilucidar este homicidio ocurrido hace más de 5.000 años, Horn se resigna: “No soy optimista de que podramos hallar al asesino de Ötzi”.