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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Ni un paso atrás con la gratuidad

Sebastián Piñera, además ha tenido el descaro de afirmar que esta gratuidad que ha beneficiado a 200 mil estudiantes de los sectores más pobres de Chile, es a su juicio un “chiste”.

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Víctor Tapia es Presidente Federación de Estudiantes de Universidad de Antofagasta

Hace algunos días el candidato a la presidencia de Chile, Sebastián Piñera declaró que acabará con la gratuidad y que sólo otorgaría beneficios mediante un sistema de becas.

Como estudiantes no estamos dispuestos a permitir este tipo de afirmaciones, desde el 2011 hemos venido año tras año manifestándonos para consagrar la gratuidad y calidad en la educación, ¿cómo es posible que después de tanto esfuerzo, venga un candidato presidencial imputado a negarnos nuestro derecho? Sebastián Piñera, además ha tenido el descaro de afirmar que esta gratuidad que ha beneficiado a 200 mil estudiantes de los sectores más pobres de Chile, es a su juicio un “chiste”.

La gratuidad ha venido a consagrar una parte de las demandas del movimiento estudiantil, que hasta ahora ha brindado la posibilidad de ingresar a la educación superior a miles de jóvenes, además son un gran aporte en la variación y pluralidad en la composición socioeconómica de las universidades adscritas a la gratuidad. Esto es fácil de apreciar en instituciones estatales y regionales donde los porcentajes de estudiantes con gratuidad son altos. Ejemplo de esto es la Universidad de Antofagasta, que cuenta con aproximadamente un 30% de estudiantes con gratuidad y la Universidad de Atacama, donde el porcentaje es cercano al 60%. Si bien la gratuidad es un avance sustancial, esta sigue siendo insuficiente en la medida de que no trae cambios estructurales al financiamiento ni fortalece a la educación pública.

Desde el movimiento estudiantil debemos ser mucho más estratégicos en torno a las declaraciones que hemos dado, ya que la existencia de una reforma estructural sigue teniendo sentido de urgencia y sus dirigentes deben hacerse cargo de esta. El error del movimiento estudiantil en torno a la gratuidad ha sido que no se le ha dado la confianza a este de ser un actor capaz de generar cambios reales, y esto es claro cuando sus dirigentes tildaban gratuidad como beca y no fue la centralidad plantear una gratuidad que no tuviera años límites – recordemos que en los primeros borradores la gratuidad era para la duración formal de la carrera más un 20%- y que tuviera plazos claros para la implementación de esta política pública en el resto de los deciles. Ahora que Piñera viene a decir que cambiará la gratuidad por becas, el discurso que se levantó desde ciertos sectores resulta al menos confuso. Esta crítica debemos tenerla clara a modo de poder perspectivar un movimiento estudiantil que salga con fuerza a disputar y que apueste “agrandar la torta” para la educación pública y sus estudiantes, y no a centrar el debate en aspectos que no apuesten a transformar.

La reforma a la educación superior ha sido muy cuestionada desde varios sectores políticos, de estudiantes y de académicos, incluso desde los rectores de las universidades Alberto Hurtado y Diego Portales. Muchas de ellas pueden ser aceptadas, pero es necesario comprender que la prioridad debe estar en las instituciones estatales y que aquellas instituciones privadas como las mencionadas anteriormente deben cumplir con mayores compromisos con el estado de Chile y con Chile para recibir recursos que apunten a investigación y extensión. Participar en la gratuidad no puede ser una excusa para que las instituciones educativas exijan más recursos, sino que debe ser una puerta de entrada para que el estado les requiera cumplir con un marco regulatorio que las acerque a una institución al servicio de las necesidades del país.

Una reforma que fortalezca la educación pública debe darle un trato preferencial a las instituciones del Estado, porque es el Estado mismo quien debe asegurarle las mejores condiciones a sus instituciones, así como también debe darle condiciones especiales para aumentar su matrícula que hoy alcanza a ser aproximadamente el 15% del sistema y reformar el sistema de financiamiento de estas, a modo de que sus recursos sean basales en su totalidad. Otros aspectos como la red de instituciones estatales resultan importantes para permitir que estas instituciones educativas tengan políticas de cooperación, pero que por si solas resultan insuficientes.

Conquistar una reforma que fortalezca a la educación pública es prioritario para lograr cambios estructurales y perspectivas para un país distinto. La educación juega un rol trascendental en la sociedad y es por esto que avanzar en su democratización es tener una visión estratégica en torno a cómo hacer real la construcción de ese nuevo Chile que debe llegar y que sólo la garantizamos con una movilización que se ponga en pie de disputa, en pie de que sean los estudiantes los que enfrentemos con entereza y con propuestas a los sectores que no quieren cambios. Por eso el llamado es a movilizarnos este 11 de abril, en la primera marcha nacional por la educación, y por la superación del sistema educativo actual que se encuentra en crisis.

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