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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La Cuestión Suprasocial

"El gran clivaje se produjo finalmente porque el efecto de las malas prácticas se hizo acumulable con el tiempo (cosa que esta élite suprasocial ignoró quizás producto de su habilidad para superar las crisis) y se hizo carne en un principio con las movilizaciones estudiantiles".

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Patricio Solís Guzmán es Cientista político

Durante el último lustro hemos sido testigos de una serie de eventos que comienzan a delinear un nuevo panorama político social en Chile, la declaración anterior requiere de un asidero y una explicación fenomenológica que está siendo abordada por diversos pensadores desde lo social, lo académico y lo político. Si intentamos acercarnos a este proceso entonces, podemos detectar algunos elementos esenciales para explicar la problemática que amenaza en estos momentos a la élite que se ha encargado de manejar los destinos administrativos en Chile, o sea quienes detentan el poder desde hace casi cuarenta años.

Por supuesto que cualquier problemática que se precie de tal en las Ciencias Sociales tiene una estructura multifactorial. Acá lo que se intenta es observar algunos elementos importantes dentro de este macroproceso que parecen importantes a la luz de las elecciones presidenciales que se acercan, y que plantean nuevos desafíos de cara al futuro.

La dinámica establecida por la Concertación/Nueva Mayoría y la Alianza/Chile Vamos estas últimas décadas, versaba sobre la importancia de dar gobernabilidad al país, de los acuerdos transversales y prejuicios sobre los sectores extraparlamentarios, todo esto amparado por una constitución con amarres, sistema binominal y la indolencia de una ciudadanía que clamaba por una paz social extraviada durante 17 años de dictadura. Estos ingredientes tenían como resultando un escenario más bien estático, con un acuerdo tácito bajo el cual la Concertación gobernaba de cara a la ciudadanía como una conglomerado que centraba sus esfuerzos en el desarrollo económico como único fin y método de superación social, relegando otros aspectos a segundos y terceros planos.

Tanto se avanzó en este ámbito que pasado algunos años y cuando la plana política decidió que la transición estaba concluida, la derecha se planteo en serio tomar el Gobierno pues a estas alturas había plena seguridad de la existencia de una estructura suprasocial sobre la cual debía girar la administración del poder y que otorgaba garantías mínimas a quienes la integran (relacionadas principalmente con acuerdos respecto a la gestión del modelo). Dicha configuración se compone de la organización de partidos políticos en coaliciones y más aún dentro de estas, grupos reducidos controladores transversales en ambos bandos que se encargan de las decisiones importantes.

Por supuesto que este modelo acuso diversas crisis y escándalos durante este tiempo, sin embargo, siempre existió la facilidad para superarlos por medio del uso de la retórica, con discursos y medidas más efectistas que efectivas. Estos acontecimientos dotaron a la estructura suprasocial de una habilidad para salir “airosa” conviniendo siempre que más allá de todo hecho irregular o incluso doloso, lo más importante es que este sistema aseguraba gobernabilidad y eso era suficiente.

El gran clivaje se produjo finalmente porque el efecto de las malas prácticas se hizo acumulable con el tiempo (cosa que esta élite suprasocial ignoró quizás producto de su habilidad para superar las crisis) y se hizo carne en un principio con las movilizaciones estudiantiles, comenzando un primer acto el 2006 y teniendo un gran estreno masivo el 2011. Es aquí donde marcamos una primera inflexión pues los jóvenes sienten menor apego a la estructura política tradicional, optando por la manifestación directa a través de marchas en las calles. El movimiento estudiantil despertó simpatías y adeptos no solo de personas sino también de otros movimientos y organizaciones sociales, acá aparece un elemento importante que estuvo ausente los años anteriores, la unión y la participación activa de diversos actores sociales frente a una problemática dada, la ventaja que representó esta fórmula permitió visibilizar diferentes temas. A lo referente a las demandas en el ámbito educacional le siguieron otros como los abusos a los consumidores o desde el último año el reclamo contra el sistema de pensiones. Frente a la masificación y a la cohesión de diversos grupos, las repuestas ofrecidas por la cúpula suprasocial no han sido suficientes ni satisfactorias lo que ha permitido ya no solo el entendimiento entre estas organizaciones y ciudadanos, sino que se ha pasado al nivel siguiente el cual consiste en su articulación formal como movimiento político (Frente Amplio) en búsqueda de la capitalización del descontento de una parte no menor del electorado.

Por supuesto que esto no significa para nada que este tipo de procesos sean automáticamente exitosos o que aseguren triunfo electoral alguno, este escenario más bien lo que representa es la observación de la existencia de un clivaje (entre ciudadanía y cúpula) y que producto de esto se dé la oportunidad de existir políticamente a otra colectividad que pueda disputar cuotas de poder al sector suprasocial, obviamente esta cúpula ya tomo nota y comienza a dar cuenta de ello a través del discurso, pues el Frente Amplio ahora es nombrado y es criticado lo que aporta valor al proyecto político porque significa existencia real y validación en el escenario actual.

Lo que se viene entonces en los próximos meses será un periodo de apuestas, el sector suprasocial concederá a las demandas impuestas en la coyuntura, una serie de medidas esperando llegar a los sectores moderados del electorado que son los más proclives a ir a las urnas, porque saben que ahí radica su fortaleza y sus posibilidades muy concretas por lo demás de mantenerse en el poder, por otro lado las fuerzas políticas externas (Frente Amplio principalmente aunque no se excluyen otros) abordaran un desafío no menor, movilizar a los descontentos no solo para que asistan a marchas o reuniones sino para que vayan a votar, lo cierto de acuerdo a lo observado en las últimas elecciones es que las cifras de participación han ido bajando sistemáticamente por lo que la tarea asoma como titánica, aunque a su favor juega el hecho de que existe una importante masa de potenciales electores que pueden simpatizar con su oferta política, y que podrían instalarlos en espacios de poder que representarán un dolor de cabeza constante para la cúpula tradicional ya no desde la calle o la mera vociferación sino que dentro de la misma cámara con voz y voto, esa es la cuestión suprasocial.

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