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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Caso PS: en la izquierda se perdió la batalla ideológica

Todos predicaban y miraban con ojo acusador a ese partido que había hecho lo que muchos hacían, pero con un peso histórico que lo convertía de inmediato en un pecador, un Judas que entregó su biografía al servicio del neoliberalismo.

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Una vez conocida la noticia de las inversiones del Partido Socialista, todos quedaron impactados. Mientras unos encontraban que esto era otra gran muestra de inconsecuencia e incoherencia-como curiosamente le gusta decir a quienes nunca fueron de izquierda realmente- otros, desde el periodismo especializado, daban cátedras de moral y ética a ese partido que osaba aún llevar al socialismo como parte importante de su nombre, aunque lo hubiesen dejado de lado hace bastante tiempo.

Todos predicaban y miraban con ojo acusador a ese partido que había hecho lo que muchos hacían, pero con un peso histórico que lo convertía de inmediato en un pecador, un Judas que entregó su biografía al servicio del neoliberalismo, en esta sociedad de libre mercado en la que solamente pueden sacar provecho de este quienes lo han levantado como bandera ideológica. Porque, aunque muchos no quieran reconocerlo, el problema no pasa por la moralidad ni la manoseada consecuencia, sino por una lucha de ideologías que, lamentablemente, en la izquierda se perdió hace bastante rato.

Me explico. Por más que queramos encontrar razones acerca de lo que se pudo o no hacer con los dineros, o lo que se pudo o no resguardar en manera financiera para que no tuviera que jugarse capital en el mercado, lo cierto es que esa batalla ya está perdida. Es la realidad construida por lo que decimos combatir lo que se ha puesto encima nuestro, sin que nosotros podamos realmente hacer algo al respecto más que intentar combatir el relato ideológico con nuestras armas políticas. Por lo que más que una demostración de una “venta al sistema”, como parece tan de moda en estos días recalcarlo, lo concreto es otra evidencia más de una derrota contundente.

Porque si quienes pensamos izquierda creemos que la lucha es meramente electoral, lo cierto es que estamos equivocados. El tema abarca dimensiones políticas más fuertes y macizas. Consiste en hacer un esfuerzo político que vaya más allá de las lógicas de campañas parlamentarias o presidenciales, y que alimente un trabajo de campo cultural que ponga en duda lo que el principal adversario nos ha hecho creer que es lo real y lo concreto. Ya que ese es el gran problema: pensamos y nos comportamos según lo que se nos ha manifestado a nuestros ojos como “lo que debe ser”, sin que deba ser así realmente. Porque muchas veces nos quedó gustando lo que dijimos que odiábamos, ya que sabíamos que habíamos perdido; que la derrota no era algo que habíamos elegido, aunque muchas veces nos comportemos como sí lo hubiésemos hecho.

Por lo tanto, quedarse en pequeñas peleas que solamente se enmarcan en la lógica mercantilista en la que vivimos-y que curiosamente Ricardo Lagos cree que vendrá si gana la derecha, cuando la respiramos hace bastantes años- es no entender que la pelea es más profunda y peliaguda que este barniz de puritanismo que pretenden entregar los medios. Pero claro, estos también son megáfonos de esa ideología que dice no serlo y que busca disfrazarse para que así creamos, como lo hizo el Partido Socialista, que no hay otra forma de hacer las cosas que agachar la cabeza y seguir las instrucciones.

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