Gepe – Ciencia Exacta
"Si bien, Ciencia Exacta incluye canciones algo lánguidas, el denominador común es el amor. Ese que es real y tangible, que arrulla en el desconsuelo y cura los rasguños del pasado".
Bárbara Alcántara es Periodista especializada en música. Instagram: chicarollinga
Amor del bueno es lo primero que se viene a la cabeza al escuchar lo nuevo de Gepe. La semana pasada salió a la venta el sorpresivo sexto trabajo del músico chileno concebido en apenas dos meses. Daniel Riveros dio vida a diez canciones breves y luminosas. Los sonidos esta vez son menos grandilocuentes que Estilo Libre (2015) y GP(2012). Es decir, encontramos canciones simples, poco pretenciosas, basadas en voz y guitarra.
Hay una especie de regreso a los inicios, a las raíces. El nuevo lanzamiento tiene mucho de Gepinto (2005), época en que un tímido compositor arrancaba su carrera solista con un trabajo que mezclaba el folclore con los sintetizadores.
Sin lugar a dudas, la primera mitad de Ciencia Exacta se destaca colosalmente por sobre la segunda. “Hoy” es una despedida conmovedora y esperanzadora. En “Solo” se juntan dos generaciones con la colaboración de la folclorista María Esther Zamora (quién suena como si tuviera 50 años menos) y deja el camino despejado para lo que se convertirá en una joya de la música chilena: “Flor del Canelo”. Sutil, delicada y emotiva. Juanita Parra en la batería completa un cuadro que invoca a la mejor época de Los Jaivas.
A pesar de haber grabado muchas versiones de otros artistas, es primera vez que el multiinstrumentista incluye un cover en su catálogo. Se trata de “Las Flores” de Café Tacuba. La idea es rendir tributo a Re (1994), uno de los primeros discos en español que logró un éxito arrollador con el maridaje entre folclor y pop. La interpretación del ex Taller Dejao se integra de una forma armónica a la línea del disco llegando a ser más digerible y cautivante que la original.
Si bien, Ciencia Exacta incluye canciones algo lánguidas, el denominador común es el amor. Ese que es real y tangible, que arrulla en el desconsuelo y cura los rasguños del pasado. Con escasos arreglos y menos pose, la entrega fluye de forma orgánica y artesanal. Tal como demuestra la ilustración de su carátula, el sanmiguelino se sumergió bajo el agua, se liberó de las cargas negativas y salió a flote.
Gepe se sacó el maquillaje.