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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¿Comprendes Mendes?

"Lo que empezó siendo visto como la actitud inconformada de un mal perdedor, terminó alimentado por las revelaciones de la Operación Lava Jato, hasta transformarse en el ‘juicio más importante de la historia brasileña’".

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Bruna Fonseca de Barros es Periodista y asistente de investigación. Cursó un Magister en Relaciones Internacionales en la PUC Chile. Ha trabajado en la redacción de Infolatam. Twitter: @bru_fbarros

En Brasil casi siempre los acontecimientos son superlativos, y cuando no lo son, se vuelven. Como escribió el periodista Juan Arias, todo es enorme por allá, “menos el biquini”. Hasta el proceso de anulación de la dupla Dilma-Temer – que empezó, como cuenta el ex senador Aécio Neves en una conversación grabada con uno de los dueños de JBS, solamente para “hinchar la pelota del PT (Partido de los Trabajadores)”- se convirtió en el evento mediático del año, y hasta el viernes, en una posibilidad de pérdida del mandato de otro presidente de la República.

Luego después de la victoria de Rousseff el 2014, abogados del PSDB ingresaron una acción en el TSE (Tribunal Superior Electoral) pidiendo la condena de la dupla Dilma-Temer por sospechas de financiamiento ilegal de campaña, y que Aécio Neves asumiera la presidencia. Nadie dio mucha atención, ni el propio Neves, quien desapareció después de la derrota en las urnas. De hecho, el proceso llegó a ser archivado. Sin embargo, lo que empezó siendo visto como la actitud inconformada de un mal perdedor, terminó alimentado por las revelaciones de la Operación Lava Jato, hasta transformarse en el ‘juicio más importante de la historia brasileña’. Historia que está llena de ironías, como por ejemplo, el hecho de que el principal aliado del gobierno actual estuvo cerca de ser responsable por su caída. El PSDB es ahora para Temer lo que el PMDB fue para Dilma.

En el mismo día en que los ministros del TSE presentaban sus votos contra o a favor de la pérdida del mandato de Michel Temer y de los derechos políticos de Dilma Rousseff (ya muerta políticamente desde antes de su destitución), el presidente participaba de una ceremonia militar, y fue recibido en el evento con el “toque de la victoria”. ¿Una señal?

En este proceso, que duró más de dos años, Michel Temer ya tenía bien calculado el resultado, que fue apretado, pero certero: 4×3 para el presidente. El punto clave, sin duda, es el hecho de que Temer tenía la garantía del voto de Gilmar Mendes. Presidente del TSE desde mayo del año pasado y ministro del Superior Tribunal Federal (STF), Mendes es conocido por su postura antipetista y cercana relación con Temer, con quien tuvo varios encuentros fuera de la agenda oficial entre 2016 y este año. El ministro, además, baila conforme la música: en un pasado no muy lejano fue responsable, en el auge de los movimientos pro impeachment, de resucitar el proceso en el TSE, que había sido archivado. En la época, Rousseff aún era presidenta y junto al PT sería la más afectada. El ministro Mendes fue quien ahora dio el voto de minerva a favor del presidente y salvó por inercia a Dilma Rousseff.

Los otros tres votos contrarios a la condenación también estaban asegurados. Dos ministros que juzgaron Temer fueron indicados por él mismo. Tarcisio Vieira era juez sustituto del TSE hasta abril, cuando el presidente lo recomendó para el cupo de juez principal. Admar Gonzaga, indicado por Dilma como ministro sustituto y en marzo por Michel Temer para el cupo permanente, ha trabajado haciendo asesorías jurídicas para varios partidos y campañas electorales, incluyendo la de Rousseff el 2010. Por esta razón, el procurador general electoral ingresó un pedido para que Gonzaga Neto fuera impedido de votar, lo que fue negado. Por fin, Napoleão Nunes Maia, ministro del STF -quien aprovechó su voto en el TSE para defenderse públicamente por haber sido citado en la delación de un ejecutivo de la JBS- hace tiempo demostraba en los bastidores que no votaría por la casación de la dupla y que pediría que se aplazara el juicio para analizar mejor el caso, dando más tiempo al presidente para elaborar una estrategia, como, por ejemplo, cambiar a dos ministros que irían juzgarlo (o mejor, absolverlo).

Resumo de la obra, tuvimos un proceso que nació para ser una piedra en el zapato del PT y que fue catalizado por el mismo ministro que posteriormente votó contra la anulación de la dupla Dilma-Temer. ¿El autor del proceso? Un partido (PSDB) tan involucrado en abuso de poder y económico como el PT y el PMDB. Los acusados, juntos más una vez en el mismo barco (que naufraga), fueron una ex presidenta electa que perdió su mandato a partir de la traición de su propio vice, que es hoy un presidente que nunca fue elegido, y quien salvó la piel de ambos. Por fin, asistimos a una especie de ‘juicio teatro’, en que todos ya sabíamos el final, pero que como siempre, cumplió con los rituales institucionales.

El #ForaTemer no fue de esta vez. A pesar de herido, el presidente envió un mensaje claro y Gilmar Mendes lo escuchó. “¿Me comprendes, Mendes? (Mírame a los ojos veras lo que soy) ¿Me comprende, Mendes? (Mendes, comprende yo soy el control)”.

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