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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El aumento de remuneraciones al Magisterio

"Buenos salarios para los docentes se traducirán sin duda en bienestar a la hora de ejercer la profesión, que, sumado a los procesos de apoyo y formación continua, garantizan sin duda una buena educación a nuestras niñas, niños y jóvenes".

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Jaime Gajardo es Dirigente Nacional Colegio de Profesores de Chile A.G.

La histórica lucha del Magisterio por la defensa de la educación pública es un antecedente importante a la hora de hacer balances sobre los avances y retrocesos de determinadas políticas de gobierno. En los 80’, con la desmunicipalización y los “ajustes” económicos de la dictadura, la subvención escolar cayó en un 30% entre 1981 y 1985, golpeando duramente a la educación pública y a los municipios más pobres del país. Junto a la Deuda Histórica, este daño de carácter estructural se transformó, junto al financiamiento por asistencia media, en el origen del declive de la educación pública.

Incapaces de sanear el sistema, los gobiernos de la Concertación profundizaron el modelo de financiamiento a la demanda bajo una lógica de rendición de cuentas que sólo consiguió bajar la matrícula pública desde un 58% en 1990 al 35,8% en 2016. Junto con mutilar las expectativas de progreso de miles de familias chilenas, uno de los golpes más duros los recibió la profesión docente. Dependientes en gran medida del financiamiento público, entre 1981 y 1990 los salarios de las y los profesores bajaron un 38%, cuestión que tuvo consecuencias de diversa índole; un estudio realizado por CENDA llegó a la conclusión que hacia el año 2014 quienes más optaban por la profesión docente eran mujeres provenientes de sectores populares, no así la clase media ni menos los sectores más acomodados del país. La profesión perdió su carácter integrador de la sociedad al no transformarse en alternativa profesional transversal, siendo rescatada fundamentalmente por la sincera vocación y entrega de las hijas e hijos de la clase trabajadora de nuestro país.

Hoy, en el marco de los resultados que arroja el último proceso de reconocimiento profesional, fruto de la carrera docente, seremos testigos del incremento más significativo de remuneraciones desde antes de la dictadura. Sumado a los modestos reajustes y bonos realizados en la década de los 90’ (RBMN, BRP, Desempeño difícil, etc.), el aumento de un promedio de 30% en los ingresos (que en algunos casos duplicará las remuneraciones actuales), significa hoy un espaldarazo a nuestra profesión y un merecido reconocimiento a la labor de miles de profesionales que no han claudicado en la digna labor de educar.

No obstante, lo fundamental del aumento de remuneraciones son las condiciones de enseñanza. Buenos salarios para los docentes se traducirán sin duda en bienestar a la hora de ejercer la profesión, que, sumado a los procesos de apoyo y formación continua, garantizan sin duda una buena educación a nuestras niñas, niños y jóvenes; condiciones necesarias para hacer de la educación pública chilena orgullo nacional y referente internacional.

Quienes estamos en la lucha por la educación no podemos sino sentirnos orgullosos con esta conquista histórica del magisterio chileno, fruto de un proceso de movilización y diálogo; que no tenemos duda que se transformará en sello y referente de cómo hacer las cosas y un primer paso para recuperar la educación pública.

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