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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La debacle de la DC

"Cualquier solución a los problemas de la DC necesariamente pasan por la bajada de Goic. Solo así podrán explorar la idea de hacer un pacto con alguno de los partidos de la ex Nueva Mayoría".

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Kenneth Bunker es Académico de la Universidad Central

Hace cuatro meses la DC anunció a los cuatro vientos una candidatura presidencial, una lista legislativa y la inminente salida de la coalición oficialista. Se nominó a Carolina Goic y se comenzó a diseñar una planilla de candidatos a senador y diputado compuesta solamente con militantes. La idea era revivir el sueño de la casa propia, y apuntar a construir una DC fuerte e independiente mucho más similar a la que gobernó en los 60 que a la de los 90.

La idea de revitalizar a la DC tenía sentido por dos lecturas que se hicieron en la colectividad. Primero, la polarización política les podría abrir un espacio en el centro que había quedado abandonado. En efecto, la fuerte agenda izquierdista del gobierno y la clara oposición de derecha se habían tomado la política, dejando huérfanos a la mayoría de los votantes moderados. Esto le sugirió posicionarse con fuerza en el centro y capturar ese gran electorado.

La segunda lectura estuvo basada en los efectos que produciría el nuevo sistema electoral. En la próxima elección aumentará el número de escaños a elegirse a nivel de cada unidad electoral, bajará el porcentaje de votos que se necesita para ganar. Este hecho los llevó a pensar que con los mismos votos podrían optar por más escaños. En otras palabras, podrían hacer lo que siempre han querido hacer, pero que el binominal les impedía.

Pero Goic no prendió en las encuestas. Desde que la DC la proclamó en marzo de 2017, en comparación con el resto de los candidatos de partidos grandes, ella siempre fue la última en las preferencias. El notorio contraste entre el porcentaje de apoyo a la carta a La Moneda (2%) y de apoyo al partido (15%) sugiere que la candidata siempre fue parte del problema, y no de la solución.

Uno de los efectos de haberla mantenido tanto tiempo fue debilitando la lista parlamentaria, pues es sabido que una candidatura presidencial fortalece o debilita a su lista legislativa en base a su capacidad de posicionarse. No sería raro que los que votarán por Goic, también lo hicieran por los candidatos a senador y diputado.

Quizás el error más grande de la DC fue haber pecado de soberbia, al poner todas sus fichas en que Goic crecería en las encuestas, se abriría un cupo en la segunda vuelta, y fortalecería a la lista de candidatos DC al Senado y a la Cámara de Diputados. De haber sido más realistas hubiesen mantenido un canal de comunicación abierto con el PS-PPD-PR-PC, para ir en una lista conjunta si es que su plan A no daba frutos. Pero no lo hicieron, y hoy se encuentran en la posición más vulnerable en que han estado en su historia como partido político.

Idealmente la negociación tendría que haber ocurrido antes de que Goic entrará en su periodo de reflexión y transparentara toda su debilidad. Pero a estas alturas tampoco hay mucho que se pueda hacer para enmendar el camino. Ahora bien, cualquier solución a los problemas de la DC necesariamente pasan por la bajada de Goic. Solo así podrán explorar la idea de hacer un pacto con alguno de los partidos de la ex Nueva Mayoría y atenuar las malas prospectivas de ir en una lista legislativa propia.

La debacle de la DC se ha transmitido para todo el país en cámara lenta. La decisión de revivir el sueño de la casa propia ha fracasado con escándalo. Hoy el partido lucha por llegar en mejor condición a la elección legislativa de noviembre, pero sin expectativas de tener el gran rendimiento que prometían a sus militantes hace solo algunos meses. Al parecer lo único que queda es agachar la cabeza, admitir los errores, y buscar ser aceptados de vuelta en la casa. Pues saben que si insisten en el camino propio, arriesgan desaparecer como partido relevante.

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