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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La importancia estratégica de Chile en el Océano Pacífico

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Antonio Horvath Kiss es Senador de la República por Aysén

El hecho de que se haya realizado en Chile el IV Congreso Internacional de Áreas Marinas Protegidas –con la asistencia de la Presidenta de la República y el Príncipe Alberto de Mónaco, entre otras autoridades y expertos nacionales y extranjeros– debe ser leído desde la importancia estratégica que tiene nuestro país respecto a la superficie que ocupa en el Océano Pacífico, la cual alcanza un cuadrante completo de ese vasto mar.

En virtud de los 83 mil 500 kilómetros de perímetro de costa, Chile está llamado a tener un rol protagónico en materia de áreas marinas protegidas; estos factores, junto con transformarlo en un actor muy influyente a la hora de asegurar la biodiversidad, a recuperar los ecosistemas marinos, también le otorgan capacidad de influir a través de este mecanismo en que otros países –vía Chile– jueguen un papel determinante en la reducción de los gases de efecto invernadero.

Por otro lado, los compromisos suscritos en Viña del Mar –ciudad sede del IV Congreso Internacional de Áreas Marinas Protegidas– es llevar en los próximos años a Chile a un 46 por ciento de su superficie de zona económica exclusiva como áreas marinas protegidas, bajo diversas fórmulas. Una cifra muy importante y alcanzable. Como lo apreciamos en el propio evento, esto significa fortalecer a la Armada de Chile, a la institucionalidad y a las comunidades con el fin de que asuman un rol activo en todo esto. Una cosa es decretar, y otra es fiscalizar; investigar, establecer un manejo que sea efectivamente sustentable y valorado por todos los chilenos.

Por ello, viene una segunda etapa, que no es solo preparar y financiar, sino también agregar áreas relevantes de nuestro perímetro costero, donde habitan las comunidades, donde están los ecosistemas contaminados o dañados, a través de fórmulas como son las áreas marinas costeras de uso múltiple, mediante parques, reservas y otras fórmulas que nos permitan armonizar la recuperación de la biodiversidad, los ecosistemas marinos, del turismo, de actividades como la pesca artesanal, el cultivo de algas, así como otras actividades que definan buenos puertos de salidas del quehacer industrial y minero, de modo que nuestras regiones no terminen siendo zonas de sacrificio.

En concordancia con todo lo dicho, cabe destacar el valor de que Chile sea escenario de una discusión tan atingente a su presencia en el Océano Pacífico; tan valorable como el hecho de una instancia como esta que abre una puerta de trabajo muy importante, no solo para los próximos años, sino para las décadas venideras.  

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