Apoderada de colegio en Vitacura denuncia maltrato a su hijo con asperger: “Si no están preparados, no pueden tener inclusión”
“Poner en un colegio un cartel de inclusión, una rampa de inclusión, no lo convierte en un colegio inclusivo", declaró Vanessa Gil.
Julio de 2017. Vanessa Gil se entera de boca de su hijo Sebastián, de tan solo nueve años, que su profesora no lo está tratando de la manera que corresponde. “Lo tomaba del brazo, apretado. No podría decir cuántas veces fueron, pero para mí basta que sea una y no es la forma”, cuenta la apoderada a El Dínamo.
Ante esta situación, no dudaron en ir al colegio para saber de primera fuente qué era lo que estaba pasando con su hijo que sufre de Asperger y se matriculó en este establecimiento amparado al Programa de Inclusión. En ese entonces, “las reuniones eran con el equipo de Inclusión y la profesora, Tabita Salinas, quien negó todo”.
“Sebastián miente”, le dijeron a Vanessa en el Colegio Amanda Labarca, un establecimiento municipal que en su página web destaca que cuenta con el Programa de Inclusión Escolar (PIE), el que tiene como objetivo, “entregar apoyos adicionales (en el contexto del aula común) a los estudiantes que presentan Necesidades Educativas Especiales (NEE)”.
Como para esta madre y su marido no había duda de que su hijo estaba diciendo la verdad tomaron la decisión de grabarlo, “y ahí nos contó. Yo lo grabé, pero parece que fue un error grabarlo llorando. Ahí me contó que él sufría porque la profesora lo sacaba de la sala de muy mala manera”.
“Llevamos esa grabación donde la directora, antes de las vacaciones de invierno, para ver si nos cree la dueña del circo. Lo único que dijo fue que la grabación era ilegal”, reveló Vanessa. Tras dicha cita, “salieron de vacaciones y creímos que nos iba a llamar para hablar. Nuestro objetivo era que la profesora asumiera el error, que pidiera disculpas, que haría una capacitación, pero no hubo nada de esto”.
Agosto 2017. Después de las semanas de descanso, Vanessa esperaba que las cosas cambiaran. “Volvieron a clases y mi hijo el primer día estuvo bien, pero los demás días no quería entrar a clases y lloraba. Me llamaban del colegio para retirarlo porque no quería ver a la profesora, ni siquiera quería verla, le tenía terror”, aseveró.
Como la situación se volvía insostenible, tomó la decisión de contactarse con apoderados de su curso, quienes al consultarle a sus hijos, lograron confirmar que la educadora al ver que Sebastián era más sensible “lo callaba, lo trataba mal cuando se disculpaba, en las crisis que él tenía la profesora, lejos de entenderlo, se enojaba con él”.
“Él tenía un protocolo de acción frente a las crisis, que es dejarlo tranquilo hasta que se le pase, pero pasaba todo lo contrario”, añadió, por lo que decidió recurrir a la Superintendencia de Educación, situación que “enojó mucho al colegio”. A raíz de la denuncia, se activó el protocolo “y toda esa semana que duró la investigación, Sebastián se portó súper bien. Me dijo que la profesora había cambiado, que lo trataba súper bien. Cuando se cerró el caso, porque la Superintendencia no tiene facultades para entrar al colegio, ellos solo exigen que se cumpla el protocolo y como el colegio lo cumplió, se cerró el caso”.
Vanessa, lejos de quedar conforme, exigió una respuesta a ello y solo le confirmaron que el establecimiento “cumplió el requisito”, pero aún así, solicitaron al colegio una reunión entre el organismo, las autoridades del establecimiento y los padres de Sebastián.
“En vez de reconocer que siempre hubo fallas, porque no tenían experiencia y los profesores no tienen la preparación, deben estar saturados de trabajo y eso no es culpa del niño. Siempre había algún problema con un profesor por el trato. La directora dijo que pensemos si ese era el colegio para Sebastián, que cada año iba a ser estricto, que la profesora tenia todo el apoyo de ella y el consejo de profesores. Que a ella no la iban a cambiar de curso, y que iba a estar un año más y que cada vez iba a ser más difícil, que si nosotros no cumplíamos con el perfil como papás, que ese no era el colegio para nuestro hijo”, contó.
Posterior a eso, leyeron un acta en el que no se encontraba la declaración de los apoderados que apoyaban el caso de Sebastián donde, tal y como menciona Vanessa, “el colegio se lava las manos” y que, según la directora, “estamos inventando todo y que mi hijo miente”.
Tras la reunión, las relaciones entre ellos y el colegio se cerraron por completo. Nadie quería hacerse cargo del niño porque, supuestamente, por cualquier cosa sus padres iban a presentar una nueva denuncia. “Todos los días, o día por medio, teníamos que ir a retirarlo a las 9, a las 12”, dice la apoderada, por lo que nuevamente optaron por llamar a la Superintendencia, desde donde sostuvieron que “eso no puede ser, porque el niño tiene el derecho a tener toda su jornada escolar y el colegio tiene la obligación de retenerlo’. Porque nosotros cuando lo íbamos a retirar, Sebastián estaba bien, normal, no tenía crisis”.
La Superintendencia tuvo que interferir nuevamente y el colegio ya no enviaba más de vuelta a Sebastián cuando tenía momentos de crisis. Pero el niño comenzó a llegar todos los días con su libreta llena de anotaciones.
“Aparte del ambiente hostil, saben las debilidades de mi hijo y lo estaban exponiendo frente a sus compañeros, a quienes él ama. Por eso decidimos no mandarlo desde el 30 de agosto, porque no podemos protegerlo”, afirmó la madre de Sebastián.
Relaciones quebradas
Septiembre 2017. Lejos de mejorar la situación de Sebastián estando en casa, se deprimió. “Mi hijo está todos los días llorando porque ama a sus compañeros, los extraña, los niños siempre estaban preocupados de él porque lo aprendieron a querer con sus problemas y dificultades, con su sensibilidad extrema y todo. Nos duele que no vaya al colegio, porque en vez de hacer un mea culpa y decir trabajemos juntos, no nos dieron soluciones y se pusieron en contra nuestra, así que hablaron con apoderados y los pusieron en contra nuestra y hay una apoderada del curso, que es la que le transmite todas las conversaciones del curso directamente a dirección”, relata Gil.
Completamente molesto está José Antonio, padre de Sebastián. Esto, principalmente porque “los colegios que se declaran de inclusión, requieren necesariamente tener un equipo de paradocentes, docentes preparados, para los niños con necesidades especiales, cuestión que no ocurre”.
Lejos de buscar alguna sanción, lo que los padres de Sebastián buscan con dar a conocer su situación es que “en la práctica lo que ocurre es que los colegios se declaran de inclusión y no están preparados para serlo”.
Octubre 2017. Pese a que en un minuto se pensó en que realizara exámenes libres, los padres de Sebastián, finalmente, optaron por sacarlo del Colegio Amanda Labarca tras negociar con ellos.
“El colegio actúa como un verdadero cartel, como bloque y con una actitud, absolutamente negativa, en circunstancias que nosotros seguimos todos los conductos regulares y no tiene nada de irregular e impropio, pedir la mediación de una Superintendencia, cuya mediación es justamente esa. Subordinar a todos los demás a su autoridad”, sostiene el padre del menor.
Tal y como mencionaron anteriormente, ellos buscan “concientizar” con su caso. “Poner en un colegio un cartel de inclusión, una rampa de inclusión, no lo convierte en un colegio inclusivo. Estoy en un grupo de autismo Chile y este caso es más común, lo sufrimos muchas mamás con niños con necesidades específicas porque tienen toda la intención, pero en el fondo no están preparados. Sobre todos los profesores, porque un educador diferencial si está preparado”, indicó Vanessa.
“Aquí nosotros vamos a pagar el costo, que mi hijo no va a seguir en ese colegio. Ese colegio no va a ser viable para mi hijo, se rompieron las confianzas, me lo dijo la directora, y es recíproco”, añadió.
A raíz de todo lo sucedido, recurrieron a un amigo concejal -del que no quisieron revelar el nombre- para buscar respaldo y orientación respecto a este tema, pero el único consejo que les llegó fue que dejaran las acciones en contra del establecimiento, porque sino, no podrían matricular al pequeño Sebastián en ningún otro establecimiento de la comuna.
Las otras denuncias en el Amanda Labarca
Esta no es primera vez que el Amanda Labarca se ve envuelto en una situación así. Hace algunos meses se conocieron los casos de Daniela Chávez y otra apoderada que se identificó como Ingrid para para no tener problemas con las autoridades del establecimiento.
Ambas revelaron los casos de bullying que sufrían sus hijas y la nula respuesta del colegio en ese entonces. “En una oportunidad que la amenazaron (a su hija), la inspectora dijo que llamarían a los padres de la niñita para conversar con ellos. Eso nunca pasó. Después nos encontramos en el mall con los papás y nos saludamos y fue todo. Nada más”.
Desde la Superintendencia tampoco hicieron mucho: “Cuando me explicaron bien el procedimiento, yo dije que a mí eso no me sirve, porque mi hijo sigue en el colegio y no van a hacer nada. Yo quería que fueran al colegio, que intervinieran, que hablaran con los profesores, que hicieran alguna dinámica, pero eso no se hace”, relató Ingrid en ese entonces.
Si hay algo en lo que coinciden ambas apoderadas, es en que los profesores no están capacitados para enfrentarse a situaciones como el bullying o a menores con capacidades diferentes. “El único nexo entre el apoderado y el colegio es el profesor, y hoy los profesores no están capacitados para hacerse cargo. Se asustan”, sostuvo Ingrid.
La respuesta del colegio ante la acusación
A través de la cuenta de Facebook del Centro de Padres y Apoderados, el Colegio Amanda Labarca emitió un comunicado luego de que la historia de Vanessa y Sebastián se diera a conocer el pasado lunes en el matinal de CHV, La Mañana.
“En relación a lo expuesto, informo que la madre realiza una queja sobre un supuesto maltrato a su hijo, frente a lo cual se activaron inmediatamente los protocolos y la investigación correspondiente por parte del Liceo. Posteriormente la apoderada realiza una denuncia a la Superintendencia de Educación, el establecimiento hace entrega del informe y evidencias requeridas, dentro de los plazos establecidos, dando así el correcto cumplimiento al proceso”, agregan.
Junto a eso, precisan que “la Superintendencia concluyó que nuestro establecimiento cumplió con los protocolos de manera adecuada y acorde a la normativa legal vigente, dando el caso por cerrado. Así mismo, el Comité de Convivencia Escolar, luego de la investigación realizada, determina que no se pesquisó la existencia de malos tratos”.
El establecimiento se quejó que solo se expuso la versión de la apoderada y no la de ellos, “lo que resulta una visión sesgada de los hechos“.
“Cabe mencionar que nuestro Liceo no hará referencia a la situación particular del ex estudiante ya que como institución velamos por proteger la integridad de los niños y jóvenes. Más allá de desmentir los acontecimientos relatados, pondremos nuestra energía como Comunidad Amandina en fortalecer nuestro quehacer educativo, reiterando nuestro compromiso con la educación y bienestar de sus hijos”, concluyeron.